El dominicano Yermín Mercedes comienza a sentir el precio de la fama en Chicago.
Luego de un arranque espectacular, que lo tiene como líder de bateo, ahora encuentra piedras en el camino.
Primer caso: Llegó tarde a un juego y no lo pusieron a jugar.
Segundo caso: Lo mandan a esperar cuatro bolas, pega un jonrón y eso enfurece a su dirigente Tony La Russa.
Tercer caso: Le tiran un bolazo, casi a pegar, y todo porque celebra su éxito en Chicago.
Yermín dijo que no cambiará su estilo de juego porque entonces todo podría derrumbarse.
¡Y yo lo apoyo!
Con relación a la queja del dirigente La Russa la veo imprudente.
Es cierto que el juego estaba de un solo lado, pero eso no le daba derecho a emplazar y amenazar a su estelar.
Eso desmotiva a cualquier jugador y La Russa debe recordar que Mercedes ha sido una bujía inspiradora para que estén en la primera posición.
Eso se resolvía en la oficina, entendiendo a un novato que aprovecha cada turno y que quiere asegurar su futuro en las Grandes Ligas.
No digo que es racismo, ni nada contra los dominicanos, pero que le baje algo.
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