No juguemos con el coronavirus

No juguemos con el coronavirus

Los dominicanos tenemos que convencernos de que no estamos en tiempos de comodidades. Estamos azotados por una pandemia que a su paso deja muertes, enfermos, dolor e incertidumbre. Sus efectos están, además, diezmando la economía de nuestro país y de nuestros principales aliados. Debemos, pues, ponernos a tono con esta realidad. Un contexto ciertamente incómodo, demandante y peligroso. Estamos haciendo estas observaciones porque nos asombramos, con frecuencia, de la actitud de algunos sectores demográficos que se comportan como si nada estuviera pasando, como si la pandemia del coronavirus fuera algo similar a algunas temporadas de influenza o de dengue o paludismo. Debemos abandonar esta manera de pensar, porque la misma nos conduce a un comportamiento impropio y hasta irresponsable. Quien quiera verificar la certeza de la gravedad de la pandemia de covid-19 solo tiene que asomarse a considerar estos datos de anoche: en el mundo hay un millón 349 mil 907 personas infectadas de coronavirus, casos confirmados con pruebas de laboratorios, y otras 74 mil 476 han fallecido de la enfermedad. Pero tiremos una mirada más particular. Estados Unidos, un país que es muy cercano a la República Dominicana y del cual dependemos en el plano económico, tiene en estos momentos 364 mil 723 casos confirmados y miles de muertos. Debemos también acercarnos a Europa, donde hay miles de dominicanos ganándose la vida en países que están en serios aprietos como España e Italia. Como puede verse, los dominicanos no podemos argumentar desconocimiento ni ignorancia para minimizar la fortaleza dañina de la covid-19 ni los daños que está dejando tras su paso. Tenemos la obligación, en consecuencia, de portarnos a la altura del fenómeno sanitario que amenaza la configuración que conocemos del mundo que habitamos y en el que estamos social y económicamente organizados. El tiempo no es para reclamar comodidades y complacencias. Tampoco para vivir y pretender convivir de espaldas a la realidad. Tenemos que practicar el aislamiento social con la más estricta de las disciplinas, tenemos que tirar fronteras para aislar a los municipios y otras localidades que presentan pocos casos o ninguno de coronavirus; tenemos que aislar los lugares que son focos de contaminación, tenemos que cumplir estrictamente las restricciones que procuran romper la cadena de contagio. Esta es, conjuntamente con las acciones sanitarias y otras medidas que emanan del Gobierno, la única manera de salir pronto de esta calamidad.

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