No juzgar a los demás

No juzgar a los demás

Los hechos relacionados con el nacimiento de Cristo nos dan una lección muy valiosa sobre el cuidado que debemos tener cuando a nuestra cabeza surge la idea de juzgar o tratar al prójimo.

La historia está  en el capítulo uno del Evangelio de Mateo.

José ya se había comprometido con María. Sin lugar a dudas que tomó su decisión pensando no sólo en la condición física de la muchacha, sino, además en los valores éticos, morales y espirituales.

Ya el compromiso estaba hecho. Ella estaba desposada. Según la costumbre, todavía permanecía en casa de sus padres, pero ya era de José. La ley de Moisés indicaba que si a una doncella desposaba alguien la violaba o la tocaba, la condena era la muerte (Deteronomio 22: 23-24).

 Sin embargo, a pesar de todos estos detalles, un día José descubrió que María estaba embarazada.

Es dentro de este contexto que Mateo señala que el esposo era justo. Y al resaltar esta condición, indica que buscó la forma de arreglar la situación de la manera más sana posible.

Aunque esto le preocupaba, tomó la resolución de que ella no fuera víctima del escándalo público y, mucho menos, de ser asesinada según la ley, a la cual él se debía.

La idea que imperó fue dejarla secretamente. Es decir, sin admitir la razón y sin dar explicación a nadie. Para esto contaba con muchas alternativas.

Realmente José fue escogido entre todos los hombres por Dios para colaborar en la llegada del Mesías a este mundo.

Su sanidad fue gran aporte en el plan de salvación. Otros lo hubiesen dañado todo.

 Cuanto nos enseña su actitud y carácter.

Para evitar daños y heridas, debemos actuar sin prejuicio y guiados por la misericordia hacia el prójimo.

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