No ley de armas, sino ley de desarme

No ley de armas, sino ley de desarme

PADRE LUIS ROSARIO
Se está hablando de una ley de armas para regular el registro, tenencia y porte de armas de fuego. La misma sustituiría la ley 36, actualmente vigente. Pienso, sin embargo, que no sería más que llover sobre mojado. Lo que necesitamos no es una ley de armas, sino una ley de desarme general de la población. En el país hay gente que le tiene miedo a la posibilidad de una ley de desarme general.

Se trata de aquellos que ya se han hecho dependientes de las armas, porque así como hay drogodependencia, también hay «armadependencia».

Más que tenerle miedo al desarme, a lo que hay que tener miedo es a las armas mismas.

El principal obstáculo para que el país pueda dar el paso al desarme son aquellos que, considerándose e incluso siendo gente seria, creen que con las armas están más seguros en el mundo problemático y de inseguridad en que estamos viviendo.

Las armas no resuelven los problemas, más bien los agravan. Y mientras más gente adquiera armas con la ilusión de defenderse, más graves y trágicos serán los acontecimientos de los que seremos testigos y más incontrolable será el porte y tenencia de armas de fuego.

Todavía hay tiempo de frenar el loco armamentismo que se está abriendo paso en la sociedad y que cada día deja una secuela de víctimas mortales, a lo que lamentablemente nos estamos acostumbrado.

Pero para lograr el desarme todos tenemos que ceder, especialmente aquellas personas que se consideran razonables, pero que con su actitud, acciones y con su miedo fomentan el recurso a las armas.

También el Estado Dominicano debe ceder y romper con las contradicciones tan evidentes de, por una parte, realizar operativos de desarme, mientras, por otra, facilita el porte y tenencia de armas, justificándolas con una simple licencia, en lo que lo más importante parece ser el pago del impuesto.

Con licencia o sin licencia, legales o ilegales, las armas causan los mismos daños y matan igual.

Otorgar licencia para el porte y tenencia de armas es una forma de fomentar el recurso a las armas y de crear un descontrol en la sociedad, pues, definitivamente quien anda armado, no se sabe si tiene licencia o no.

Pero es que además el Estado se lucra de las licencias que se otorgan para las armas y esto es inmoral, pues ninguna persona, física o moral, puede recaudar fondos por algo que esencialmente ha sido fabricado para matar.

Mientras tanto, para nuestros congresistas el tema del desarme general de la población es un tabú; de eso no se habla ni se quiere hablar, tal vez porque nuestros legisladores son los primeros que andan armados y, algunos, en forma escandalosa.

Cada persona que porta o tiene una arma es un potencial asesino u homicida, ya que el arma la tiene para matar. Las armas son construidas para matar, no para otra cosa: hay que convencerse de eso.

Si todos seguimos el criterio de que debemos armarnos para defendernos, todo el país estará repleto de armas, más de lo que está. Y quien no obtenga el arma legalmente lo hará en forma ilegal, que para el caso es lo mismo.

Hay que desarmarse, ¿se oye? Todavía estamos a tiempo, luego será muy tarde.

Las armas dividen a los seres humanos entre amigos y enemigos, lo que es un criterio falso, pues todos los seres humanos han sido creados para vivir en armonía y amarse.

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