No lo dudo, pero…

No lo dudo, pero…

¿Será verdad tanta belleza? me pregunté mientras leía que el hospital Marcelino Vélez Santana tiene “un control absoluto de la situación de salud de los moradores del barrio Las Palmas, en la zona de Herrera”.

Ello permite, como dice la noticia publicada el domingo pasado en este diario, la detección de las principales enfermedades en la zona, lo cual permite su prevención.

Como parte del trabajo se han integrado “los clubes de hipertensos y de diabéticos”. El hospital tiene un programa “Educando con Marvesa” para el rescate de valores morales, espirituales y patrios, así como en la prevención de enfermedades, embarazos, enfermedades de transmisión sexual, drogadicción y delincuencia en la población infantil y adolescente”.

La doctora Esther Mateo, directora del hospital, dice que las visitas domiciliarias se han reactivado e incrementado luego de la designación de un médico residente de Medicina Familiar. Ahora se realizan 80 ó 90 visitas mensualmente.

La información no dice cuántas casas tiene el barrio Las Palmas, de Herrera, cuántas han sido visitadas hasta el momento, si los clubes de hipertensos y diabéticos contribuyen a la identificación de otros enfermos, para que se pueda determinar el número de nuevos diabéticos e hipertensos, si hay clubes de madres que ayudan a la aplicación de censos para que se pueda determinar cuántas embarazadas, cantidad de niños en edad de vacunas, mujeres en edad reproductiva, planificadas y el comportamiento de las infecciones de transmisión sexual, entre otros datos importantes, según dijo la doctora Mateo.

Si el hospital va a la calle, a las escuelas y se determina el número de niños no vacunados, si el hospital va a las casas y examina no sólo a las personas, si la prevención lleva un mensaje sobre el manejo de los alimentos, la higiene corporal, la limpieza de la casa y su entorno, si se trabaja en la integración de grupos que padecen los mismos quebrantos de salud, se puede aplicar un programa de prevención que debe culminar de manera exitosa. 

Los médicos no son ángeles, santos, monjes tibetanos, faquires, son hombres y mujeres con necesidades crecientes, deseos de mejora económica, diversiones, viajes… Estudian, se perfeccionan, trabajan y se mantienen al día en los adelantos de su especialidad,  como todos los profesionales de todas las ramas. Luego de largos años de estudios lo menos que merecen es un sueldo adecuado por ejercer su profesión. El costo de la vida es cada día más alto. Los compromisos de una familia crecen más que el aumento de los ingresos. A final de mes, cuando el dinero no alcanza, lo primero es redoblar esfuerzos trabajando un mayor número de horas.

Si los médicos que trabajan para la Salud Pública tienen la excelencia del que dice la doctora Esther Mateo que realiza en el hospital doctor Marcelino Vélez Santana, el Colegio Médico Dominicano tiene razón: hay que aumentarle el sueldo. ¡Ya! sin más dilaciones.

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