¡No meternos en ese pleito!

¡No meternos en ese pleito!

Puede ser que: «Al PLD no le alcancen las manos para contar los votos», como me dijo un viejo y respetado compañero de la izquierda. Y puede ser, también, lo contrario: Que «el PLD no pase de 43% o 44% de los votos, que el PRD gane alrededor de 30%, que Estrella se alce con un 16 ó 17%», y que finalmente, en la segunda vuelta, el ingeniero Hipólito Mejía, apoyándose en la temible maquinaria perredeísta, se le imponga a un PLD que no se atreve a hablar y que nunca en su larga vida como partido ha librado batalla alguna.

Esta última es la opinión de un lucido sociólogo de izquierda, familiarizado con las estadísticas y las encuestas.

Estos dos cursos posibles no tienen nada que ver con los problemas fundamentales a los que está enfrentada la nación ni con ninguna de las banderas que tiene que levantar hoy el sector progresista de nuestra sociedad.

En uno u otro caso, la crisis actual no hará más que profundizarse.

La campaña del actual gobernante, aspirante a la reelección, es una mezcla de autoritarismo y populismo, muy difícil de compaginar con la extrema complacencia ante el capital monopolista y los Estados Unidos. La del candidato del PLD expresa las indecisiones de un partido que debería estar defendiendo el interés nacional, pero no se atreve a hacer promesas de ese tipo, aunque sea para no cumplirlas, porque ello le enajenaría el apoyo de los «dueños del país» y de los norteamericanos. Optan entonces por quedarse callados y basan su campaña en una serie de sandeces.

Ninguna de las dos perspectivas toca «ni con el pétalo de una rosa» los ejes fundamentales de cualquier programa progresista, de rescate de la soberanía, el bienestar popular y la defensa de la producción nacional. ¡Fíjense!:

La oposición acusa al gobierno de excesivo gasto público. Pero resulta que lo que necesita el país es un gobierno que pueda gastar más, para poder enfrentar los tres problemas básicos, cuya responsabilidad recae sobre el gobierno: universalizar y elevar la calidad de la educación, servicios de salud gratuitos para la gran mayoría pobre y recursos para atender, e incluso, subvencionar, la producción nacional, principalmente agrícola. Pero resulta que no puede hablarse de estos gastos millonarios sin enfrentar el problema de modificar el sistema de impuestos, donde el Impuesto a la Renta sea el centro principal de recaudación del gobierno.

Se acusa al gobierno de la crisis eléctrica, pero no se toca el crimen de la privatización de la CDE y del CEA, porque ello colocaría el debo acusador contra la oposición peledeísta, y además, comprometería su gobierno futuro a frenar los planes de privatizar el Banco de Reservas y de vender otros bienes estatales codiciados por el capital internacional (tierras con vocación turística y otros bienes multimillonarios).

Se acusa al gobierno de la devaluación, pero no se dice nada de la quiebra de BANINTER, BANCREDITO Y MERCANTIL, porque con ello, no solo que se toca a una parte de los dueños del país (miembros de los consejos directivos de los bancos quebrados) sino que tendrían que fijar posición ante tantos ladrones de corbata, y ante el tataranieto del político y presidente más entreguista que ha tenido el país.

Se acusa al gobierno de la devaluación pero no se dice nada sobre si el Banco Central debe volver a controlar las divisas que produce el país o si se debe mantener el relajo actual, que solo beneficia a los dueños del país y al capital extranjero.

La oposición no dice «ni pío» de la intención de los Estados Unidos de tragarnos a través del TLC, ni tampoco se acusa a la jefa negociadora dominicana por la labor antinacional, de entrega a los Estados Unidos, que hoy lleva a cabo.

Los grandes problemas nacionales son tratados superficialmente por la llamada oposición, porque ellos saben que, una vez en el poder, van a tener que andar el mismo camino. Y además, porque denunciar la actitud del gobierno les enajenaría el apoyo de los Estados Unidos y de los dueños del país.

Entonces: ¡A andar por las ramas! ¡A esconder la raíz del desastre nacional! ¡A exonerar a los verdaderos culpables, que son los sectores hegemónicos y dominantes del bloque de poder! ¡A seguir protegiendo a los peores bandidos y los peores culpables! ¡A concentrar la crítica contra lo que es secundario, desviando la vista de los verdaderos culpables y las verdaderas raíces de la tragedia nacional!

Los revolucionarios, patriotas, hombres y mujeres progresistas. Los militares honestos y progresistas. Todos y todas que queremos ¡cambiar el rumbo del país! ¡El gran pueblo dominicano!: Ninguno de estos sectores debemos inmiscuirnos en este pleito entre iguales. ¡Lo central es contribuir a construir una alternativa progresista!

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