No más debilidades

<p>No más debilidades</p>

Debe llegar el día –que ojalá sea este- a  partir del cual la sociedad dominicana comience a liberarse con pasos firmes de la  calamidad que representan las violaciones generalizadas a las reglas de tránsito que en ocasiones  sumen en caos las vías públicas.

El momento es propicio para  intensificar las acciones de  rechazo  a las infracciones, por cuanto las autoridades tienen todo listo para dar el trascendental paso de aplicar un sistema de comprobación instantánea del contenido de alcohol en la sangre de los conductores.

El alcoholímetro  será  al fin una realidad en este medio en el que un elevado porcentaje de las tragedias de tránsito está relacionado con el consumo de bebidas espirituosas.

Miles y miles de vidas han sido tronchadas por culpa de esas sustancias  a través de los últimos años, mientras –por contraste- en otros países la ley ha sido la ley y las autoridades son más efectivas que aquí, aplicándola para mantener el tránsito en satisfactorios grados de seguridad.

Hoy debemos saludar  que las autoridades dominicanas comiencen a asumir su  responsabilidad  en ese sentido, en particular al secretario de Estado de Interior y Policía, doctor Franklin Almeyda Rancier, a cuyas firmes actitudes se han debido algunos  productivos controles, como la fijación de horarios al expendio de alcoholes, lo que ha reducido los efectos de la  violencia y desestimulado la delincuencia.

-II-

Debemos estar advertidos de que  para frenar el consumo irresponsable de bebidas entre conductores  la autoridad tendrá que enfrentar hábitos muy arraigados y la rebeldía de quienes seguramente  se resistirán  a ser sometidos a disciplina.

Lo que en otros lugares del mundo es aceptado como un ejercicio normal del principio de autoridad, aquí podría ser recibido como “actuación arbitraria” e inaceptable para la mucha gente de bajo índice de escolaridad que persiste en la equivocación de suponer que sus derechos incluyen  pasar por encima de normas aun cuando  fueron creadas para el bien común.

No sólo debe desarrollarse una amplia campaña de concientización sobre la necesidad de sancionar la conducción irresponsable. También se requiere que los ciudadanos que mayoritariamente aprueban la medida y la respetarán, presten su cooperación facilitando  la aplicación del examen al aliento como un procedimiento rutinario  para todo el mundo.

-III-

Cabe agregar además que es inaceptable, y debe escandalizarnos permanentemente, la forma en que son ignoradas las normas de circulación vehicular por muchos ciudadanos que viajan en motocicletas, autobuses (tanto de Fenatrano como de Conatra) y hasta por choferes de la Omsa.

Para los motociclistas, los semáforos no existen, un irrespeto generalizado que se presenta ante la pasividad de muchos agentes de la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet).

Los transportistas privados, eternos beneficiarios de exoneraciones y financiamientos dilapidados por el Estado –tan celosos y diligentes cuando de reclamar “derechos” se trata- son un factor de caos por su manejo temerario que incluye irrespetar con frecuencia la gama completa de las señales de tránsito.

Las motocicletas constituyen todavía los vehículos de mayor participación en accidentes  que causan  víctimas que van a parar masivamente a los hospitales públicos.

La ciudadanía quiere ver que, en mayor grado, las autoridades son capaces de actuar con diligente energía contra la anarquía del tránsito.

La ley es dura pero es la ley, dice una máxima jurídica, pero en los hechos eso no ocurre en ciertos ámbitos de la vida dominicana, incluyendo el del tránsito.

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