No nos dejemos quitar el país

No nos dejemos quitar el país

ANTONIO PEÑA MIRABAL
Fue horroroso ver en varios periódicos de circulación nacional, en su edición del pasado miércoles 12 de enero de los corrientes, la foto del entierro de un supuesto capo del populoso sector Capotillo de la ciudad capital, en la que se exhiba el ataúd conteniendo sus restos mortales, arropado por la Bandera Nacional. Esto constituye una degradación sin precedentes de nuestros símbolos patrios. Tener que ver dicha escena, nos indica lo mal que andamos como nación; el nivel de descomposición que reina en la sociedad dominicana y el alto índice de antivalores que son promovidos en la población, originando conocimientos lamentables como el antes descrito.

El uso de los símbolos patrios por delincuentes y traficantes-consumidores de drogas, tiene que sensibilizarnos, provocar nuestras iras y exigir de las autoridades acciones firmes contra quienes pretenden convertirlos en un relajo.

Además de los malos ejemplos que recibió el pueblo dominicano de parte de las pasadas autoridades gubernamentales, que toleraron y facilitaron que narcotraficantes y delincuentes se adueñaran con suficiente libertad de nuestros barrios, fortaleciéndolos al grado de que hoy día el país atraviesa por una verdadera crisis de valores; hay que reconocer que hemos descuidado como nación, como país, como pueblo, la veneración de nuestros símbolos patrios, la admiración y exaltación de nuestros héroes nacionales y la recordación con orgullo de nuestras gestas patrióticas. Desde las altas esferas del Estado Dominicano debe prooverse una política nacional que nos haga sentir orgullosos de nuestra historia y de nuestra identidad nacional. Y cuando hablo del Estado no me estoy refiriendo únicamente al gobierno, los demás poderes públicos tienen que mostrar al país su compromiso con la Patria, la cual no podemos dejar quitárnosla de un grupito de antisociales, trastornadores del sosiego y la paz pública.

Hay que tomar acción para evitar futuros bochornos a nuestros símbolos patrios. Hay que empezar desde el gobierno a recuperar el terreno perdido, no solamente en lo económico, sino además en algo tan esencial para el desarrollo de un pueblo, como lo es el respeto y admiración de los símbolos que nos identifican como un país libre y soberano. Desde el gobierno hay que empezar a dar muestras firmes, de que hay voluntad política para evitar que unos cuantos desaprensivos desvirtúen lo que fue el esfuerzo y el sacrificio de nuestros héroes nacionales en su lucha por construir nuestra república. Deben emplearse recursos suficientes para promover nuestros prohombres fundadores de la nación; para recordar con orgullo las gestas que hicieron posible que hoy vivamos en un país libre e independiente. Hay que hacer todos los esfuerzos necesarios para impedir que un narcotraficante y/o delincuente, pretenda sustituir la memoria histórica de nuestro pueblo.

En los hogares, la responsabilidad es nuestra. Enseñemos a nuestros hijos a admirar y respetar a nuestros héroes fundadores de la patria y a los que desde aquel entonces han dedicado su vida para que ella se fortalezca. Enseñémosle que un traficante de drogas y/o delincuente, promueve valores contrapuestos a los propugnados por nuestros mártires. Conversemos con ellos de nuestras gestas heroicas y sus principales protagonistas, del valor y el coraje que tuvieron esos hombres y mujeres cuando decidieron luchar por la construcción de un país digno. De los que dañaron nuestro país permitiendo que el narcotráfico permeara instituciones valiosas de nuestra sociedad, también hablémosle de ellos, para que no sean sorprendidos por esos mofadores de la patria. Hablémosle a nuestros hijos de los malos hijos de la patria, de los de ayer y de los de hoy. Expliquémosle que no es posible que una persona que haya dedicado su vida a desgraciar con drogas a jóvenes humildes de nuestros barrios y ciudades, sea llevado a su morada final envuelto en la enseña tricolor. Que eso es una aberración intolerable y un futuro promisorio de nuestro país. Arrinconemos a esos desaprensivos, evitemos que se constituyan en los héroes de nuestros jóvenes.

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