No nos enseñan a fracasar

No nos enseñan a fracasar

Elisa Elena González

Todos tenemos planes, sueños, proyectos que queremos que se cumplan. No importa si son grandes o pequeños o en que etapa de nuestras vidas nos encuentran, queremos y trabajamos porque se materialicen, nos esforzamos y nos preparamos para tener éxito. ¿Pero quién se prepara para el fracaso?.

Sin duda Luis Esmerlin Félix y Miguel Cruz no lo hicieron y con ello enlutan a dos familias y a todo un país.   Ellos, los asesinos de Juan de los Santos, en ese entonces alcalde del Municipio de Santo Domingo Este y Orlando Jorge Mera, ministro de Medio Ambiente, no tuvieron la conciencia ética, los recursos emocionales ni la resiliencia necesaria para comprender que era una posibilidad que sus proyectos fracasaran y que asesinar a quienes ellos creían eran responsables por ello, no era la respuesta.

Cada año las estadísticas de homicidios aumentan en nuestro país. En el 2020 la tasa de asesinatos fue de un 9.0 y de 10.3 en 2021; pero pensemos que todos podemos ser parte de este recuento, puede ser cualquiera, tú, yo o la persona que hace 2 minutos te cruzaste en la calle; porque la respuesta violenta, irascible ante cualquier situación quiere instalarse como la única vía para resolver problemas, simples malentendidos o limitar a todo y todos los que interfieren en nuestros deseos personales.

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No estamos bien y de eso ya hemos hablado. ¿Qué nos está pasando como sociedad? ¿Qué valores estamos cultivando? Es hora de reflexionar profundamente, como colectivo estamos fallando al entregar a nuestros niños, niñas y jóvenes comunidades cada vez más crueles, injustas, desconsideradas, donde no se respetan los derechos de los demás, donde la vida no vale nada.  

Necesitamos cultivar una sociedad donde actuemos apegados a nuestros derechos y cumpliendo nuestros deberes como ciudadanos, teniendo como norte el bien común, donde prime la empatía, la solidaridad y la ética; todo esto necesariamente conlleva a que juntos nos replanteemos nuestro proyecto de nación.

Vislumbremos la educación un poco más allá de la lectoescritura y el pensamiento lógico matemático, ampliemos la mirada porque es inminente enseñar a fracasar, a mantener la calma, a ser resilientes, a gestionar la incertidumbre y ser asertivos en nuestros diálogos y conductas, en este momento en que vivimos son competencias tan fundamentales como leer, escribir y hacer cálculos, eduquemos para la autonomía.

Ahora bien, ¡La escuela no puede sola! ¡Nuestros hogares no pueden solos! Necesitamos colectivamente empezar a cultivar soluciones de largo plazo, nos urge la complicidad positiva de toda una sociedad que entiende que el clima de paz y prosperidad se puede lograr cuando aprendemos a convivir con nuestras diferencias, comprendiendo que hay límites, que traspasarlos tiene consecuencias y que es posible emprender nuevos proyectos sin que ello nos cueste la vida o la de otros cuando recibimos un no como respuesta.

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