Si hacemos una pausa, dentro del feo espectáculo que exhiben a diario nuestros políticos, que nunca han servido a la Patria, sino a sus propios intereses, sacrificando nuestro pueblo en general y dirigiendo nuestros pensamientos hacia los años transcurridos después de la noche del 30 de mayo de 1961, cuando comenzamos a disfrutar viajando por diversos países, solemos recordar nuestras visitas a lugares mágicos que tiene nuestro mundo, como los siempre e inolvidables pueblos de España, especialmente por nuestra inolvidable Galicia y Asturias, sin dejar de recordar los grandes paseos por Madrid y las alegres estadías contemplando a Montmatre y el Sacre Coer, compartiendo este último lugar con pintores, escritores o poetas de todas las nacionalidades, y, luego dar un paseo por casi todas las calles y monumentos del hermoso París de los ensueños, o ir a Austria a ver un soberbio desfile de cantantes en la Ópera de Viena y de allí trasladarse a Praga o a Budapest, para luego llegar a la Lisboa de los tristes ensueños con sus melancólicos cantares en noches que no tienen desperdicios.

Todo esto es posible, cuando nuestra mente nos permite volver a vivir aquellos deliciosos instantes que la vida nos ha permitido disfrutar, a veces, acompañados de amigos entrañables o familiares en esas hermosas ciudades o con inolvidables paseos a través de la Costa de la Muerte, de la bella Galicia, tierra de nuestros ancestros o cuando disfrutamos a los más románticos instantes en aquella ensoñación una noche en góndola en Venecia al susurro de las olas y el deleite de los músicos italianos que convierten el momento en un verdadero ensueño.

Recordar esos inmensos días, por suerte alejando nuestros pensamientos momentáneamente de las desgracias que estamos viviendo en nuestro país estos últimos años, es tener mucha suerte ¡Que Dios nos ampare! Y ojalá podamos seguir soñando con esos recuerdos vividos en medio de la paz y seguridad de aquellos inolvidables viajes por esos hermosos países.