¡No perdamos más tiempo!

¡No perdamos más tiempo!

Los logros alcanzados mediante la implementación del Plan Decenal 1993-2003 nos hicieron pensar que estábamos en la ruta de hacer realidad el sueño de poner al alcance de todos (plural genérico) una educación pertinente y de calidad. Creíamos que con una inversión del 4% del PBI lograríamos mantener los niveles de progreso alcanzados y que los conflictos entre los principales actores del sistema de instrucción pública y el gobierno de turno ya eran cosas  del pasado. Pero, lamentablemente no ha sido así. Ahora nos toca realizar una reflexión sobre el presente y el futuro de nuestra escuela con miras a entrever los escenarios socio-económicos posibles, saber con qué nos enfrentamos y qué podemos hacer para que  nuestro sistema de instrucción pública vuelva a funcionar como se debe.  

La velocidad de los cambios y de crecimiento constante en el dominio tecnológico internacional nos plantea nuevos retos en la búsqueda de elementos que nos permitan llegar a una dinámica concertación  entre los distintos actores de la sociedad. Urge que ampliemos y consolidemos los espacios de formación y circulación del conocimiento a modo de encontrar articulaciones pertinentes entre tales procesos y el estado de nuestra economía. Pero, no disponemos ni de recursos económicos suficientes ni de dominio  tecnológico para enfrentar esos retos, por lo que nos vemos obligados a realizar una serie de reestructuraciones y de ajustes que, en medio de un mar de incomprensiones y de intolerancia, podrían poner en peligro la viabilidad  del sistema. ¿Cómo habremos de transformar nuestras escuelas públicas en comunidades de aprendizaje? ¿Cómo habremos de enfrentar con éxito el reto de hacer que la República Dominicana disponga de una razonable capacidad científica y tecnológica? Al paso que vamos no lo vamos a logar.

El conflicto que mantienen las autoridades del Ministerio de Educación con los dirigentes de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) por cuestiones de aumento salarial debe terminar. Se ha perdido mucho tiempo en una disputa que ya no tiene sentido. Para que el lector se haga una idea del daño que ocasiona el incumplimiento del horario escolar, le informamos lo siguiente: El calendario oficial del Sistema Dominicano de Instrucción Pública es de 216 días por año. En los niveles Inicial y Básico rige un horario de cinco horas diarias de clase presenciales; en el Nivel Medio seis horas diarias. Pero, estudios realizados por la Gallup Dominicana sobre el horario escolar en el Nivel Básico dan cuenta que por razones de indisciplina manifiesta y por carencia de aulas el número de horas que reciben los estudiantes de escuelas públicas apenas promedia 2.5 horas diarias, es decir, la mitad de lo programado. En tanto que los estudiantes de colegios de altos estándares, a donde asisten los hijos de personas adineradas y de esforzados líderes magisteriales, reciben un promedio de siete horas diarias de clases. Los primeros apenas reciben 500 horas de clases al año, en tanto que los segundos son beneficiados con más de 1,500 horas de docencia presencial al año. Como bien lo señala el ingeniero Ramón Flores en su libro “Formación de Directivos y Docentes”: el horario escolar de la escuela dominicana sintetiza, en cierta medida, todos los problemas acumulados por el sistema. ¡No perdamos más el tiempo!

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