El gobierno de los Estados Unidos tiene interés en que República Dominicana firme la Declaración sobre Migración lanzada por más de veinte países en los Ángeles en 2022. En junio de 2022, el presidente Abinader explicó que el país necesitaba tiempo para analizar su alcance, una correcta decisión, y yo agrego: no podemos hacerlo, por varias razones.
Primero, estaríamos cayendo en lo que hace tiempo busca la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y potencias detrás de ellas, de mantenernos en un debate migratorio solo para que aceptemos cualquier cantidad de haitianos ilegales, sin tener en cuenta razones históricas y que por mucho somos el país más impactado en relación con la población, 10,760,028 habitantes.
Segundo, para preservar la soberanía de implementar nuestros controles de seguridad fronteriza y con libertad subirle varios grados de dureza si fracasa el programa de normalización de Haití, está claro, rebajar la presión migratoria pasa por multiplicar las expulsiones sin importar acusaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y potencias detrás de ellas, apoyados en la mentira construida en cimientos endebles y mentirosos, que deportamos dominicanos de ascendencia haitiana y de raza negra.
Y tercero, porque somos conscientes del objetivo último que se persigue, la fusión de Haití con República Dominicana, una constante histórica. Para demostrarlo basta el siguiente ejemplo: después de sostener lo contrario en los 30 años de dictadura de Trujillo, el presidente Joaquín Balaguer cambió manera de pensar en el libro “La isla al revés” publicado en 1983, pidió formalmente una confederación política, recomendando integración económica y una Constitución paralela entre la República Dominicana y Haití, y otorgamiento de doble ciudadanía a los haitianos y dominicanos.
Como dicen los historiadores, nada es casual, el presidente George Bush (padre) intentó aprovechar el giro de 180 grados de Balaguer para iniciar la fusión al pedirle en 1991, quien no aceptó, recibiera en el país a 15,000 haitianos que los Estados Unidos habían impedidos entrar a sus territorios.
Balaguer, que nunca explicó razones, como historiador estaba consciente de la diferencia de orígenes, el pueblo dominicano mestizaje de taínos, europeos y negros africanos, y los haitianos, que hoy ocupan el territorio que pertenecía a los cacicazgos de Marién y Jaragua de la antigua civilización taína, son descendientes de negros de diferentes tribus de la costa oeste de África, importados por Francia para esclavizarlos a partir del Tratado de Basilea de 1795.
También sabía de la diferencia histórica de migrantes legales, trabajadores temporales y migrantes ilegales, nunca hemos tenido problemas con los migrantes legales, los primeros en llegar fueron traídos por Boyer en 1824 cuando gobernaba la isla, negoció con “cuáqueros” de Filadelfia, un grupo religioso, el envío de 6,000 esclavos libertos norteamericanos, de los cuales alrededor de 200 se establecieron en Sánchez y Samaná, donde conformaron sociedades de esclavos libertos dirigidas por ellos mismos, otros migraron a otras tierras y la mayoría regresó a los Estados Unidos.
Y que tampoco hemos tenido problemas con trabajadores temporales, con ellos inicialmente se impulsó la industria azucarera moderna, los primeros fueron “cocolos” del Caribe inglés, súbditos del imperio británico en la década de 1870, sustituidos por haitianos en el corte y tiro de la caña a partir de 1918.
Lo que rechaza el pueblo dominicano es la inmigración ilegal de haitianos, la mejor prueba es el firme apoyo que tiene la politica del gobierno de frenarla a cualquier precio, lo primero es nuestra seguridad fronteriza y territorial.