Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que entendamos las cosas que Dios en su bondad nos ha dado. 1 Corintios 2: 12
Cristo, antes de ascender al Cielo, nos prometió que nos dejaría al Espíritu Santo, para que no estuviéramos más solos. Y Él se encargaría de revelarnos la verdad que permanece oculta, pero a aquellos que tienen hambre y están dispuestos a hacer lo que ella demande.
El pensar que lo sabemos todo, que más nada hay que aprender o conocer, nos limita y detiene el crecimiento que nos da el conocer por medio de la palabra revelada los misterios del Reino. Y son misterios porque permanecen ocultos, sin que hayan sido mostrados, pero es asombroso ver cómo, sabiendo que existen, no nos interesemos por conocerlos y tener el privilegio de ser parte de ellos.
No podemos ser conformistas, porque estas verdades cambiarán vida, familia, iglesia etc. Por eso, busquemos desesperadamente la presencia del Espíritu Santo e invitémoslo a caminar juntos. Entonces empezaremos a ver cosas que nunca hemos visto, porque Él nos hará entender las cosas que Dios por amor nos ha dado.