No por mucho madrugar amanece más temprano

No por mucho madrugar amanece más temprano

A estas alturas del acontecer político nacional, cuando todavía no se ha completado totalmente el proceso electoral pasado y el PRD no ha asimilado las lecciones que de este se derivan, en lugar de proceder a fortalecer sus instituciones con espíritu unitario, elemental para un partido de oposición, me temo que éste se prepara para una nueva confrontación interna arbitrada por una Comisión Organizadora poco confiable controlada por el grupo dominante.

Un partido que carece actualmente de una estructura organizativa, incapaz de vincular su trabajo a las masas por falta de comités de base, de colegios electorales, zonales y hasta de una Comisión Política y un Comité Ejecutivo Nacional legitimados; que no cuenta con  frentes de masas   aguerridas en la lucha por las reivindicaciones sociales; que ha renegado en la práctica de sus principios y objetivos políticos, sociales y económicos, que ha escandalizado a la sociedad dominicana con sus rebatiñas interminables por  el control de la organización y las candidaturas, no puede lanzarse como si nada hubiese pasado a un proceso electoral interno para definir la candidatura presidencial para unos comicios a celebrarse dentro de casi dos años, proceso que por su propia naturaleza es confrontacional, divisionista y pragmático en el peor sentido de la palabra.

La única lógica que han podido asimilar muchos dirigentes perredeístas es la de “madrugar” a los contrarios con actividades proselitistas y de “amarres” partidarios tempranos. Pero resulta que no por mucho madrugar amanece más temprano. Esto permite el tiempo mínimo para reflexionar conjuntamente sobre nuestra imagen colectiva, sus espacios sociales de desarrollo, revisar sus estructuras y objetivos, fortalecer la disciplina, hacer buena publicidad, etc. Todo lo cual debe tomarse en cuenta con espíritu unitario de corto, mediano y largo plazos. Hace menos de un año el PRD lucía en claro camino hacia el poder con un gobierno desacreditado por los constantes escándalos de corrupción, el abandono de sus tareas para administrar bien el país y su afán de manipular las instituciones del Estado y a la opinión pública para mantenerse en el poder. Desde entonces, tres procesos convencionales, un plebiscito, reservas de candidaturas  y un ejercicio antidemocrático del poder partidario junto al manejo inteligente de la coyuntura política de parte del Gobierno y el PLD, acompañado del uso masivo de los recursos del Estado y de su indudable influencia con los organismos electorales. Todo ello contribuye a que la escena del  2010 se repita en el 2012 si no se derivan las lecciones hacia un cambio en la conducta partidaria.

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