Yo no dejo de sorprenderme como en esta sociedad cada vez más bombardeada por oficios y responsabilidades que arropan nuestro tiempo, aún vemos como hay personas con tanto ocio como para dar cabida a uno de los aspectos que he encontrado más “fascinante” del lenguaje y el discurso humano en el desarrollo evolutivo del hombre, la capacidad para el chismoteo.
Antes de seguir abordando este tema, debemos conocer que la palabra hebrea traducida como “chismoso” en el Antiguo Testamento es definida como alguien que revela secretos que suceden a su alrededor como un chismoso o traficante de chismorreos. Este es alguien que le saca secretos a la gente, acerca de ellos mismos y de sus familias, y luego va repitiéndolos de casa en casa, ocasionando gran perjuicio para aquellos cuyos secretos le fueron confiados, así como para aquellos a quienes se los cuenta, y también para sí mismo. El chisme se distingue de compartir información por su intención. El traficante de chismorreos tiene como su meta edificarse a sí mismo por medio de hacer ver mal a los demás y por exaltar su gran conocimiento de los demás.
La persona que vive del chisme, merece un lugar muy especial en nuestro entendimiento del comportamiento aberrante del ser humano, porque sin duda alguna, el enemigo más grande y destructivo dentro de la humanidad es el chisme y la murmuración, el contar información o noticia acerca de alguien con el objetivo de destruir o dañar, ya sea falsa o verdadera.
Un grupo comúnmente conocido hace años luz, por consentir este comportamiento pecaminoso son las viudas, sin embargo, no solo las mujeres son las únicas que son encontradas culpables de este pecado, la realidad es que cualquiera puede involucrarse en el acto del chisme, simplemente con repetir algo que escuchó en confianza.
No podemos negar que las críticas, los rumores y los chismes forman un grupo destructor que en muchas ocasiones generan un interés instantáneo, pero cada uno de esos comentarios va sufriendo distorsiones con el paso del tiempo, mientras viajan de boca en boca, teniendo la mayoría de las veces consecuencias impensadas.
Muchas personas van por la vida queriendo llevar registro de todo lo que pasa en la vida personal de quienes comparten su mismo grupo social, ya sea su trabajo, su salón de clases, su conjunto residencial, y llevan detrás de cada pregunta una intención clara de involucrarse en la vida de los demás, de dar opiniones a terceros de todo lo que les ocurre, tan solo como hobbie.
Pero me cuesta creer y aceptar como a nadie se le ocurre pensar el por qué esa persona se pone en ese chisme, qué necesidad tiene de dañar al otro, o cuáles serían sus intenciones con ese acto. No puede ser que del chisme viva el hombre… Pero si estoy convencida de algo, lo peor NO es quien lleva el chisme sino quien lo escucha y lo alimenta. Porque mientras más presta oídos para eso, más cabida da a que lo sigan haciendo, y si para colmo se hace eco de esas patrañas, más extiende el malestar y las asperezas que se crean a su alrededor. el enemigo más grande y destructivo dentro de la humanidad es el chisme.