No puede venir del poder

No puede venir del poder

CARLOS FRANCISCO ELÍAS
No tengo la amplia seguridad de que los propios importantes funcionarios del gobierno tengan plena conciencia de que el seguimiento ciudadano al actual gobierno tiene  mucho que ver con las pasadas votaciones, que fueron una suerte de acuerdo ciudadanos silente, para poner fin a lo que se vislumbraba como una pequeña dictadura de Leviatan de pueblo chico.

Instalado el poder de turno, no  tengo idea de si el propio PLD como partido entiende esa dialéctica del desespero que desbordó la propia franja estadística tradicional de su partido.

Pocos han analizado que esa situación estadística electoral, hizo que el PRD, como partido popular de gran raigambre, perdiera su tradicional sintonía con el imaginario político y popular de la nación.

Desbordando la realidad actual, el PRD trata de buscar esa sintonía de nuevo, pero el carácter acrítico de las declaraciones de la mayoría de sus dirigentes, algunos otrora muy carísmaticos, no hace posible el encausamiento de esa sintonía.

Van a la televisión, normalmente, a justificar los errores del pasado Gobierno con un rídulo espíritu de militancia que a más de uno deja con la boca abierta.

Porque no se conecta de nuevo con el sentir de la nación a partir de una visión política que vuelva a justificar las acciones imperdonables de un PPH que clandestinamente pretende una vigencia por encima de sus actos y sus falsedades.

Según como observo, todavía con decisión nadie dentro del PRD asume las realidades claras y  concisas de la derrota electoral y mientras más pasa el tiempo, menos autocríticos son ante su propia realidad…

Les favorece el tiempo y la memoria corta que está vinculada a la visceralidad y los climax de emociones que la historia registra de los dominicanos, escenario que la impunidad podría reforzar si sigue siendo una  agenda a cumplir en la posible clandestinidad de los entendimientos de aposentos, propios de la política vernácula.

No hay derrota tan grande para ningún partido en América Latina, que no sea posible reponerse de ella, y menos para esos partidos populistas y clientelistas por tradición cuya capacidad de reciclamiento es lento, paulatino: porque la memoria viva en nuestro continente es lenta, tergiversada y mucho más: mal interpretada, porque no existe una memoria política, lo que existe es el disgusto temporal que las circunstancias sociales, estómago en alta o en baja, hacen cambiar según escenarios y expectativas.

Ahora bien, hay cierta proporcionalidad entre la desesperanza que  pueda venir desde el poder mismo ( frases, declaraciones, criterios errados, mal cálculo en algunas argumentaciones públicas ) y el  juego político de la oposición buscando el poder en nombre de los errores arriba enunciados.

Pero la campaña electoral ha terminado y cierto aire de desilusión material arropa a un gran conglomerado, la gente no recrimina al gobierno como tal, no puede hacerlo porque moralmente es compromisaria de que las actuales autoridades estén en el poder, pero se deben advertir dos razonamiento importantes:

No es igual que expresiones de desesperanza pasivas salgan de los labios de la población, a que esa misma desesperanza contenga el sello de pifias verbales de quienes ostengan rangos de importancia en el poder oficial, obviamente, no es lo mismo.

Lo primero queda en categoría de lamento, estado y humor, frase desesperada, expresión de tristeza momentánea, golpe de respiro airado, mientras pasa el tiempo y los acontecimientos; lo segundo es la confirmación desde el poder, la certeza inmóvil de que la desesperanza tiene un asidero burocrático que la justifica, una falta de fe que viene desde arriba, donde existe suficiente información para confirmarla. Una simple frase o declaración en este sentido tiene el aplomo pesimista confirmado, porque viene directamente de alguien de la oficialidad.

La cautela Presidencial sobre este tema, es apreciable y considerada se yuxtapone totalmente a otras actitudes.

Claro, tampoco se trata de buscar entre las páginas de los cuentos fantásticos de invierno, y ofrecer expectativas por encima de lo que puede ser reales, se busca una medida razonable en función de la realidad y de lo que es posible en lo posible.

El estado de alma de población, especialmente de aquella parte importante que ha pagado siempre impuestos (que ha pagado siempre los platos rotos de todas las crisis del país, no importa el período histórico) y cuya edad no da para esperar 30 años más a todo lo que ahora se pueda prometer, el estado de alma de ese gran sector es de profundo pesimismo, porque en su apuesta electoral sabe bien que tiene un tiempo de vida útil y hábil que  no le da para esperar mucho, algunos análisis pasan por alto que el contenido fuerte de la frustración nacional, tiene un componente onomástico fundamental.

Entre aquellos grupos hay personas que sin ser ricos, perdieron en la debacle pasada, gran parte de sus ahorros para su retiro de vida simple, sin grandes aspiraciones materiales.

Se vuelve aquí a un tema que nuestros políticos en general no  han querido entender: la gobernabilidad tiene un alto componente social, mientras más garantías de estabilidad social para grandes grupos, la idea de la Democracia se torna diferente, nuestros políticos suelen ver la Democracia, solo como una caja fuerte de deberes ciudadanos y nada más. Y el hastío de deberes sin otras posibilidades ha llevado a los dominicanos y dominicanas a un hastío de vida visible.

En mayo del 2003 escribí un artículo titulado : » Ese leve aire de las cosas irreversibles «. Vuelvo a pensar en ese artículo, porque ese leve aire de las cosas irreversibles, quería significar la recomposición de vida que nos traería todo los desastres que en aquella semana aquel artículo anunciaba con una premonición certera y trágica.

Para lograr salir de todo eso, no es bueno que la desesperanza salga del poder, porque defrauda la confianza de aquel 58% que a sabienda de todo lo que venía, fue capaz de elegir a estas autoridades…

Se trata de algo simple, señores: en la construcción de la existencialidad cotidiana, nadie quiere que le digan que tendrá infierno todos los días de la semana de nuevo, si ha vivido toda su vida en un infierno, es cuestión de lógica humana y vital.

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