No queda mucho potencial en la economía global

No queda mucho potencial en la economía global

POR STEPHEN ROACH
No hay nada como la seducción de un “boom”. El vigor reciente de la economía global es un canto de sirena. Según las medidas del Fondo Monetario Internacional, el crecimiento del producto interno bruto mundial probablemente promedia 4.8% durante el periodo 2003-2006, los cuatro años más fuertes desde los comienzos de la década de 1970. Por muy tentador que sea extrapolar esta cifra hacia el futuro, pudiera resultar un error grave. Hay mucho mejores posibilidades de que el crecimiento global haya tocado un pico y que el auge esté a punto de extinguirse.

La maquinaria principal para el crecimiento, Estados Unidos, está perdiendo velocidad. Ese es el veredicto del mercado laboral, con un crecimiento en el empleo en los últimos cuatro meses de 35% por debajo del promedio, desde los inicios de 2004. Es el veredicto del mercado inmobiliario, en el cual un vuelco emergente en la actividad de construcción de residencias está eliminando al menos 1% de la tendencia de crecimiento del PIB de los últimos tres años. Y, a pesar del rebote en las ventas minoristas de julio, es un mensaje del consumidor, cuyo crecimiento en el gasto ajustado a la inflación cayó a 2.5% en el periodo de primavera, un punto porcentual por debajo de la tendencia impetuosa de la última década.

La desaceleración de EEUU representa una transición importante en las fuentes del crecimiento económico, lejos de la vigorosa generación de riqueza de las burbujas de activos -primero, las acciones corrientes, después la vivienda- y de vuelta a una generación de ingresos por trabajo más suavizado. El impacto retardado de de tasas de interés más elevadas también está pasando la factura. Aunque la Reserva Federal detuvo su campaña de ajuste monetario de dos años, existe el riesgo de que ya haya ido demasiado lejos. La confluencia de precios más altos en la energía, aumento de las cargas del pago de la deuda y las tasas negativas del ahorro personal refuerza la posibilidad de un retroceso en el consumo discrecional y el crecimiento del PIB en EEUU.

Esta es una transición igualmente crítica para la economía global. El mundo está a punto de perder un apoyo importante de la fuerza motriz principal en el lado de la demanda de la inflación el consumidor norteamericano. En un clima post-burbuja, los hogares estadounidenses no serán capaces de ahorrar mediante la apreciación de activos, lo que provocará que EEUU incremente el ahorro basado en los ingresos y reduzca su reclamo en el caudal de ahorros globales. Eso apunta hacia una muy esperada reducción en el déficit de la cuenta corriente de EEUU, inicialmente dolorosa para las economías dependientes de las exportaciones en otros lugares del mundo, pero finalmente una solución bien recibida de los desbalances globales.

Pero, ¿quién llenará el vacío, mientras EEUU se retrae? La respuesta simple es: quizás nadie. Europa, el segundo consumidor del mundo, es un candidato poco probable. El crecimiento económico sorpresivo en el continente este año puede ser el préstamo de las ganancias que pudieran haber ocurrido, por el contrario, en 2007. La economía europea está a punto de recibir un “golpe triple”: un ajuste en la política fiscal, el impacto demorado del ajuste monetario y el lastre de un euro más fuerte. El crecimiento en la eurozona puede exceder 2.5% este año, logrando la ganancia más fuertes desde 2000. El año próximo, esto pudiera resbalar hasta por debajo de 1.5%.

Tampoco cuente con una rejuvenecida economía japonesa para llenar la brecha. Medido en dólares, el consumo personal japonés es solo 30% del de los norteamericanos; eso significa que cada 1% de un crecimiento más lento en el consumo en EEUU tendría que ser reemplazado por cerca de 3% de aceleración en Japón. Como indica un reporte sobre un lento crecimiento del PIB en el segundo trimestre, esa subida es poco probable, particularmente mientras Japón tiene que arreglárselas con un yen más fuerte y precios más altos de la energía. Mientras que el crecimiento en el PIB japonés debería exceder 2.5% este año, en 2007 pudiera retardarse a menos de 2%.

Tampoco los dos dinamos del desarrollo de Asia -China y la India- es probable que contradigan la tendencia a la desaceleración del mundo desarrollado. China tiene una economía seriamente recalentada. Con el PIB real en una tasa anual de 11.3% en la primavera, y una producción industrial que crece a un récord de 19.5% en un año (hasta junio), Pekín tiene pocas opciones, salvo la introducción de iniciativas de ajuste. Se no lograrlo, pudiera ver cómo el proteccionismo en el comercio constriñe las exportaciones y una resaca deflacionaria de exceso de capacidad conduciría a una caída de la inversión. China tiene que cambiar su economía hacia el consumo privado, un sector que ha sido bajo, solo un 38% del PIB en 2005. (Una tasa saludable sería al menos 50%)

Todo esto apunta a una moderación en el crecimiento de China empezando en 2007, con reducciones en su apetito voraz de materias primas. Esto generaría ondas adicionales que afectarían a los productores de productos básicos como Australia, Canadá, Brasil y África. Los grandes productores de petróleo del mundo también sentirían las repercusiones de una desaceleración china., al igual que los suplidores asiáticos de China como Japón, Corea del Sur y Taiwán.

India es demasiado pequeña para suplir la falla: menos de la mitad de volumen de China en poder adquisitivo, sobre una base de paridad. Después de más de 15 años de reformas, su crecimiento se ha puesto a subir, con un promedio de 8% en los años fiscales 2004, 2005. Había esperanzas de que un nuevo equilibrio entre los servicios y la manufactura aportara nuevo impulso al crecimiento, y el gobierno parecía estar dispuesto a resolver las deficiencias de infraestructura, inversión extranjera directa y ahorro. Desgraciadamente, los reformadores se han visto limitados por la política de un gobierno de coalición. Los imperativos de consolidación fiscal, con efectos retardados del reciente ajuste monetario, también pudieran inclinar el crecimiento al lado negativo.

La próxima desaceleración tiene un significado más profundo. El auge global de los últimos cuatro años nunca fue sostenible. Estuvo respaldado por el exceso del ciclo de liquidez, que surgió de las acciones emergentes anti-deflacionarias en los grandes bancos centrales del mundo. La fuerza resultante del crecimiento global estuvo dominada por el consumidor norteamericano, pero la borrachera de EEUU se produjo al costo de una reducción del ahorro interno financiado por los influjos de capital de un déficit récord en la cuenta corrientes de EEUU. El “boom” estuvo precariamente equilibrado por desbalances globales sin precedentes.

El exceso de liquidez compró tiempo para un mundo precario. Mientras los bancos centrales actúan para normalizar su política monetaria, el tiempo se ha ido agotando. Sin el respaldo insostenible de las burbujas de activos, regresó a los elementos básicos: con demanda agregada apoyada por una generación más modesta del trabajo, más que por los excesos de creación de riquezas. Esto es lo que hay que decir sobre un auge artificial en un mundo desequilibrado. Pudiera estar a punto de apagarse.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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