No quiero un Chapulín

No quiero un Chapulín

La lucha contra la impunidad no debe terminar hasta cuando termine, cuando hayamos sacudido la mata de modo tal que caigan las frutas verdes, las flores y las frutas maduras, cuando todo esté en su justo punto, el de volver a disfrutar de libertad, seguridad jurídica.
Me refiero a la falta de atención de ciudadanos y autoridades municipales y nacionales, ninguno de los cuales se ocupa de las cosas aparentemente pequeñas que se suman y cuando venimos a ver se han convertido en montañas
Día a día, como ladrón en acecho, se cierra el cerco de la paciencia hasta dejar atrás, por la milla, la bíblica e increíble capacidad de soportar males, atropellos, abusos de toda índole.
En un juego de fuegos fatuos y espejismos, nos quieren engañar como si la solución a los más graves problemas del país se producirá cuando publiquen, si es que se publican, los nombres de los verdaderos culpables de la práctica de corrupción protagonizado por los bandidos enquistados en los principales niveles del gobierno.
Lo que sufre la gente, directamente, es el constante aumento de precios de medicamentos esenciales sin que hayan cambiado las condiciones de la economía, el relajo con los precios de los combustibles que cuando baja su cotización en el mundo entero aquí suben inexplicadamente los derivados del petróleo, en un juego malsano que fija los precios de modo tal que cuando baja el petróleo en el mercado internacional, aquí suben el precio de sus derivados y cuando sube el precio también nos aumentan el costo de sus derivados.
El costo de la energía para hogares, comercios, industrias, colegios, aumenta debido a los constantes apagones que afectan uno y otro sector y es preciso adquirir combustibles para alimentar las plantas de emergencia que trabajan casi permanentemente, fruto de la incapacidad para resolver el problema de suministro de energía como debe ser: constante, a aprecios reales y con un desmonte de los impuestos.
A ello súmele el constante aumento de los precios de los comestibles, basta con leer a cómo se venden los productos de primera necesidad, los cuales sufren un alza tal que de una a otra semana nos fuerzan a comprar cada vez menos y a rompernos la cabeza para tener un menú decente y equilibrado.
Ex profeso dejo para último el desarrollo constante, imparable del terrorismo criminal que nos asedia, que nos acosa a diario, en cualquier lugar, sin importar clase, género, condición social.
Que siga la protesta pacífica. El que tenga ojos para ver que vea, quien tenga oídos para oír que oiga. Estamos a tiempo. No queremos que llegue el Chapulin.

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