No se advierte intención de luchar contra la corrupción y  la pobreza

No se advierte intención de luchar contra la corrupción y  la pobreza

Aparentar, simular, es lo que cuenta. Una actitud que en este primer decenio del siglo XXI ganó adeptos en la sociedad dominicana con el arraigo de la cultura del engaño.

Un patrón conductual que se repite a nivel individual y colectivo, entre gobernantes y gobernados, cada vez más recurrente en la política y en los negocios, inclusive en las iglesias, porque pocos viven acorde con los principios que se profesan o se predican.

La simulación,  cultivada en la política con alto grado de cinismo y de demagogia, se expresa en promesas que una y otra vez se repiten en las elecciones,  como si el tiempo no hubiera transcurrido, como si los ciudadanos carecieran de memoria.

Arma política.  Simular, aparentar, un arma política para acallar reclamos de la sociedad, utilizada al planificar estrategias que no trascienden la retórica, al trazar objetivos y metas sin emprender acciones dirigidas a materializarlas. Es lo que ocurre al dictar leyes conscientes de que no se cumplirán, y en la pretendida lucha contra la corrupción, propiciando la impunidad, nombrando organismos  dirigidos por personas de prestigio  que se convierten en figuras decorativas.

Se simula al designar una comisión para investigar un crimen a sabiendas que no se llegará a las prometidas “últimas consecuencias”,  en el combate contra el narcotráfico pues no habrá lucha real protegiendo a allegados.

Cubrir las apariencias es lo que cuenta, y esto sucede en los planes contra la pobreza, emprendiendo acciones que poco o nada la aminoran, pues se basan en dádivas y no en la provisión de empleos, porque lo que realmente se persigue con esos proyectos asistenciales es ganar prosélitos, vale decir, votos.     

A esta farsa  no escapa la economía maquillando estadísticas oficiales para aparentar una buena gestión, retorciendo las cifras como también hace  la oposición para denostar hasta las obras buenas del Gobierno.

Se simula en las empresas al hacer un aumento salarial y de inmediato arrebatárselo al trabajador con alzas de precios, recortes de personal y otras argucias para recuperar lo invertido.

Y así, simulando, aparentando se comporta el liderazgo nacional,  así se  van corrompiendo las instituciones políticas, económicas y sociales. Así,  a nivel individual y colectivo se esfuma la  integridad, la autenticidad.

Leyes para todo.  “Hemos sofisticado la forma en que se hace débil el sistema institucional, vivimos una gran simulación. ¿Por qué? Tenemos leyes para todo, lo que sucede es que no se aplican, y lo peor aun es que no pasa nada, y esa situación lejos de debilitarse se fortalece más en la sociedad dominicana”, dice el economista Miguel Ceara Hatton, y agrega: 

__Creo que el sistema político aprendió que haciendo leyes se simula, se satisface, se puede hacer lo que se quiera, pero como no se cumplen no pasa absolutamente nada, creo que este es el primer rasgo de esta década, se ha fortalecido y  complejizado el debilitamiento institucional. Antes, sencillamente la debilidad institucional se expresaba por ejemplo en robar. Ya no se mete la mano directamente, es una cosa más compleja, más difusa, más sutil, pero con un daño más perverso sobre la sociedad, en todo.

  Los reclamos de cambios, de modernización, provenientes de entidades nacionales y organismos crediticios internacionales fueron acogidos en los años noventa. Precisamente, el primer decenio del siglo XXI parecía promisorio al estar precedido de grandes reformas, la renovación del marco legal de las instituciones económicas, sociales, institucionales y políticas. ¿Qué sucedió? Cambiaron las leyes pero no los patrones de comportamiento. Unas leyes se violaron, otras se postergaron o modificaron, desnaturalizándolas.

El ambiente de optimismo al iniciarse el siglo tiene mucho que ver con los avances en los noventa, precisa el economista Isidoro Santana, para quien probablemente ese fue el mejor decenio vivido por  RD, al menos en la época moderna. Se reformaron las instituciones económicas, como mercados financieros,  de trabajo, cambiario, apertura del comercio, sistema tributario, administración pública. Se dio el Plan Decenal de Educación, nuevas leyes de salud y educación, y avances para establecer un sistema de seguridad social. Se dieron pasos significativos hacia un sistema electoral confiable y una justicia independiente.

__La economía creció y el ingreso per cápita de la población también, los salarios reales aumentaron y los servicios públicos registraron tenues mejorías. Parecía que el país había entrado en una etapa de progreso duradero. No podía ser mejor el ambiente de cara al futuro al iniciarse la primera década del siglo XXI. Pero la realidad golpeó rápidamente a la sociedad dominicana, mostrando lo débiles que eran los cimientos de esos avances.

Balance.  Al  transcurrir esa primera década los logros son muy modestos en algunos ámbitos, nulos en otros, mientras que en los más importantes se perciben francos retrocesos, apunta Santana.  En materia social, el único gran logro que exhibe el decenio fue la puesta en vigencia del sistema de seguridad social. Un logro nada desdeñable, donde hay que seguir avanzando. No parece que haya avances nuevos en  justicia, y la población se percibe abrumada por  deterioros  en  derechos y seguridad ciudadana, concluye, y agrega:

__Avances visibles en la corrupción y el narcotráfico y, sobre todo, de un sistema de partidos y una dirigencia política que la población no sabe qué bueno puede esperar de él, hacen que la evaluación final de este primer decenio deje en el paladar un sabor más amargo que dulce. Hay que reconocer  que en este  decenio  RD fue impactada tres veces por factores externos negativos, aunque recibió los efluvios de un fuerte crecimiento económico mundial, liderado por China, pero   con fuerte participación de  EUA y Europa: El  choque  con los efectos económicos de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, y  años después con el alza  del petróleo y  la crisis financiera global.

__Pero los problemas actuales, los pocos avances y  retrocesos, son consecuencias de nuestras propias debilidades como sociedad,  particularmente del mundo político. Se firmaron pactos, pero nadie los cumplió. Se cambiaron las leyes, pero no la gente. Gobernantes y gobernados siguieron comportándose igual, como si no  hubieran reformado nada. Al final, la mayoría de las reformas se revelaron como letra muerta y el país se movió como una bicicleta estacionaria, permaneciendo en el punto de partida

Zoom

¿Fracasó el liderazgo nacional en conseguir objetivos y metas para conducir al país a más altos estadios de bienestar  que no sólo se traduzcan en obras materiales sino también en desarrollo humano? Sí, a juzgar por la pobreza, el desempleo, los índices en salud y educación. ¿Por qué el fracaso? ¿Incapacidad? ¿Ineficiencia? No, la realidad es que la meta de los gobernantes no ha sido el desarrollo de   la nación. Simulan que  lo es pero  lo que importa son los beneficios particulares y partidarios, sus  cotos de poder.  Y eso ocurre con el liderazgo político, económico y social.  Con razón se ha dicho que la ausencia de soluciones no obedece a  la falta de recursos económicos. No es un problema de  aptitud sino de actitud,  de disposición, de voluntad,   de solidaridad, de personalismos, de ambiciones particulares.

Antecedentes

Acontecimientos del decenio

2001: La crisis de EU tras el 11 de septiembre impacta al país.

2002:   RD ocupa el lugar número 13 entre  177 países que menos  aprovecharon el crecimiento económico para mejorar el Indice de Desarrollo Humano (IDH).

2003: La crisis del Baninter, considerada una crisis institucional, devasta la economía.

2005: El Informe de Desarrollo Humano 2005 del PNUD plantea que el problema dominicano “no es la falta de recursos económicos, sino la falta de compromiso del liderazgo nacional y ausencia de un pacto social, de participación, de solidaridad y de empoderamiento de los sectores mayoritarios de la sociedad”.

2007: Entra en vigencia el  DR-Cafta.

2008: La crisis global impacta a RD, agudizándose males derivados de la recesión económica en EU, el alza del  petróleo, del euro y fletes marítimos. Fernández anuncia  un Plan Integral de Acción hasta el 2009, para enfrentar el choque externo, que incluye medidas dirigidas a reducir el gasto público, estimular la producción agrícola, reforzar los programas sociales, reducir los salarios muy altos y aumentar los más bajos. 

2009:  El BC aplica medidas tendentes a recortar la tasa de interés, inyectar liquidez, reducir el encaje legal, flexibilizar los préstamos. El Gobierno firma un nuevo acuerdo con el FMI.

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