Hablar solo de ‘transformar’ radicalmente a la PN es burla la ciudadanía
Conmueve hasta el tuétano la joven del “video tendencia”, que narra su dramática experiencia de madre, respecto a la falta de responsabilidad y de acción de las autoridades (no solamente las autoridades policiales).
Recientemente, una joven profesional de nuestra empresa contaba, como cosa jocosa, que los altavoces del colmadón cerca de su casa, les vocean por micrófono a los vecinos, que si les molesta el ruido, que se muden de vecindario.
Ciertamente, resulta un chasco y una burla más a la ciudadanía, hablar solamente de transformar “radicalmente”, de arriba a abajo, a la PN, sin marcharle a la corruptela de jueces y abogadillos, a las leyes deficitarias y otros pilares del sistema de Orden Público; mientras se promueve la corrupción y el desorden a través de medios tan pervertidos como la discografía y los videos de “artistas populares” (¿?), que difunden cualquiera cosa degenerada y contraria a la ley, al orden y la decencia.
La joven madre del video habla con toda corrección y propiedad sobre el daño a sus hijos con esos mensajes inmorales en esas grabaciones, como protestan en silencio los que aún tienen un poquito de vergüenza y de amor por su país.
La joven también critica la forma descarada, burlonamente contradictoria en que se enfatiza en medios e instancias judiciales, el “derecho de los ciudadanos a expresar y manifestar libremente su sentir”, la santa libertad de expresión; más comúnmente, un perverso sentido de identidad cultural, una supuesta alegría criolla provocativamente degenerada, desde cualquier punto de observación cercano a la decencia.
Respecto al problema nacional de corrupción y delincuencia, existe un arcoíris de causas y modalidades y, particularmente, un grupo de actores, algunos que son el emblema, imagen y esencia de nuestro sistema social, económico y político.
Precisamente, la semana pasada, don Quico Tabar, una de las personas más autorizadas para hablar sobre las élites de poder; explicó con gran claridad la importancia determinante de la conducta de las cúpulas de nuestra sociedad, refiriéndose “a todos los sectores: políticos, militares, judiciales; a empresarios, comerciantes, profesionales, educadores y sindicatos”.
Y añade: En todos debe producirse un cambio. Rara vez se habla de estos “dueños del play”, a quienes el articulista conoce muy bien desde su larga trayectoria en la política y en oficinas claves de la administración pública.
Una reforma policial debe determinar cuáles efectivos y cuales elementos del sistema deben permanecer o ser eliminados. No sin antes examinar las experiencias de los que han estado dentro. Parte de lo que llamamos en investigación social: “Estudio de Línea Base”, imprescindible en todo proceso de reforma y cambio.
Respecto a la Policía debemos como sociedad hacer nuestro mejor “ensayo de sincerización”; de lo contrario pagaremos las consecuencias de toda colectividad compuesta por cínicos y farsantes. Lo cual es, a la corta y a la larga, una imbecilidad.
Porque esas falsificaciones no engañan a nadie en un país tan mediáticamente expuesto a los hechos sociales; donde hasta los líderes de las religiones tradicionales, y aún de las “nuevas” son constantemente cuestionados.