¿Qué está pasando en la sociedad dominicana? Es una pregunta que más de una persona debe hacerse. Y es que cada vez con mayor frecuencia acaecen hechos de violencia extremadamente consternadores.
El más reciente tuvo lugar en San Pedro de Macorís, donde un jovencito, alias Manguito, cercenó la mano de otro, nada más y nada menos que en las inmediaciones de una escuela. Y es que, lamentablemente, la violencia es hoy día tan transversal en la sociedad dominicana que ni siquiera las escuelas escapan a ella. Un informe reciente del Ministerio de Educación indica que se han registrado más de 20 mil hechos de violencia física, verbal y psicológica entre estudiantes.
A esto se suman los feminicidios, los accidentes de transito, los asaltos… En fin, la violencia está a la orden del día. ¿De quién es la responsabilidad y qué hacer para solucionarlo? Debe ser la segunda pregunta obligatoria. Pero, observo con preocupación que muchas personas dirigen el dedo acusador de manera exclusiva a las familias.
Sin embargo, si bien las familias, al ser la primera célula social, tienen una cuota de responsabilidad, ni de ellas es toda la culpa ni en ellas descansan todas las soluciones.
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Y es que para mí esto tiene que ver, más bien, con la sociedad y sus modelos. La política neoliberal hizo del mercado el seno social, por ende, la condición de ciudadanía y su validación se da en tanto se tenga o no capacidad de consumir. Esto es, en términos llanos, se vale por lo que se tiene, no tanto por lo que se es o por lo que se sabe.
A esto se suman el tiempo y recursos que se dedican al exhibir, sin importar, en lo más mínimo cómo se haya logrado. Tahira Vargas lo escribió recientemente: Es la búsqueda de dinero fácil y modelos como el enriquecimiento rápido e ilícito que se mantienen impune. La juventud dominicana es presa de este modelo. Hoy día son muchos los jóvenes que delinquen solo para tener, sentir y exhibir. De ahí vienen las pandillas, buscando ese sentido de pertenencia, y los atracos, para obtener recursos.
Entonces, disminuir los índices de violencia, incluyendo la alta participación de jóvenes en crímenes y delitos es tarea también del Estado, generador de políticas públicas, del empresariado, generador de riquezas, de los medios, constructores de imaginarios sociales, y de la sociedad en general, constructora de valores. Después de todo, hay familias que carecen de condiciones éticas y materiales.
Urge entonces colocar este tema en la agenda de prioridades nacionales, porque si bien República Dominicana tiene riquezas culturales y ambientales, uno de sus principales activos es la paz social, que atrae la inversión extranjera directa que el año pasado superó los cuatro mil millones de dólares. Manos a la obra pues, porque para luego puede ser demasiado tarde.