No solo las grasas

No solo las grasas

HÉCTOR E. MATEO M.
Uno de los problemas más preocupantes, talvez el mayor, que veo en la consulta médica es el incremento del sobrepeso y la obesidad, que refleja la elevada tasa de esta condición que se está registrando en la población general. El sobrepeso y la obesidad elevan a la diabetes 2, elevación del colesterol malo (LDL) y de los triglicéridos, disminución del colesterol bueno (HDL) y alta presión arterial, para constituir el llamado “Síndrome Metabólico” o “Cuarteto de la Muerte”, llamado así por formar un cóctel peligroso para la producción de enfermedades cardiovasculares.

Detrás de ese problema está el comportamiento psicológico de las personas que dicen no entender por qué aumentan de peso si ellos “no comen nada”, pero cuando uno entra en detalles encuentra la explicación: hay un excesivo consumo de azúcar y harinas (carbohidratos). Mientras exista esa negación el paciente no hará nada para enfrentar el problema. Muchos pacientes reducen la ingestión de grasas para rebajar, pero por sustitución aumentan los hidratos de carbono.

Se calcula que el consumo per cápita de azúcar en EE.UU., que tiene una tasa muy alta de sobrepeso y obesidad, es de 150 libras por año. Por un proceso de aculturación los dominicanos estamos aumentando el consumo de bebidas carbonatadas endulzadas, en muchos casos para sustituir el agua con que acompañamos las comidas, sobre todo los niños, que están ingiriendo cantidades alarmantes de esas bebidas y han sustituido la dieta tradicional por la comida “chatarra”. Pero además, hemos incrementado el consumo de grasa. Como ejemplo: en los menús de los hoteles de los polos turísticos dominicanos, todo incluido, frecuentado por muchos dominicanos de clase media, desde el desayuno, a todo lo largo del día y de la noche, están disponibles, sin limites, comidas y bebidas cargadas de grasas, de azúcar y harina, que representan lo que podríamos llamar “la dieta aterogénica”, que es la que se les da a los animales de experimentación en el laboratorio para provocarles lesiones ateromatosas en las arterias.

Comúnmente las personas, para justificar el hábito de comer dulces, alegan que el cuerpo les pide dulce. Eso tiene una explicación fisiológica: cuando se ingieren alimentos o bebidas ricas en glucosa (dulces y harinas), que son carbohidratos simples y que tienen un INDICE GLICEMICO alto, la glucosa se absorbe rápidamente y aumenta los niveles de glicemia en un tiempo corto. Las oscilaciones bruscas de los niveles de glucosa en la sangre provocan liberación de adrenalina e insulina, y el aumento de esas hormonas es lo que produce nerviosidad y avidez por el dulce. Lo recomendable es adoptar el hábito de comer menos carbohidratos y preferir los carbohidratos complejos (trigo, maíz, avenas y arroz integrales, semillas, nueces, granos, legumbres, frutos y vegetales ricos en fibras), con índice glicémico bajo, que liberan la glucosa lentamente, en un período de varias horas.

Recomendamos a los hombres y a las mujeres medirse la circunferencia abdominal al nivel del ombligo con una cinta métrica. Si es hombre y tiene 102 cm (40 pulgadas) o más, y si es mujer y tiene 88 cm (35 pulgadas) o más de cintura deben considerarse con obesidad abdominal, que es peligrosa porque les pone en riesgo de tener diabetes y enfermedad cardiovascular, o más serio aún: ambas condiciones a la vez.

Reduzca no sólo la ingestión de grasas, sino también los carbohidratos, y haga ejercicio regularmente para mantener un balance normal de su peso.

Enseñemos a los niños y a los nietos a comer saludablemente, apartémoslos de la “comida chatarra” y no tratemos de darle todo lo que pide, para que no los condenemos a sufrir tempranamente de diabetes y enfermedad cardiovascular con la consiguiente disminución de su esperanza y calidad de vida.

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