No solo unidad, sino renovación y apertura

No solo unidad, sino renovación y apertura

Creo que el entendimiento entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado, contendores por la nominación presidencial del PRD en el año 2012, es solo cuestión de días; quizás no se ha concretado todavía por la influencia de algunos “asesores” que quieren ser más papistas que el papa.  A fin de cuentas, nadie  puede pensar seriamente que Hipólito pueda tratar de reelegirse en el 2016 con una Constitución que lo prohíbe y la experiencia del pasado. 

Ellos están emparentados y Miguel tiene juventud para esperar  cuatro años, los que debe aprovechar para revisar su estrategia política.  Lo contrario sería un suicidio político que no creo cometa  nadie en la situación actual.

Lo importante ahora es abordar el tema de la candidatura con sentido realista y de responsabilidad cívica, porque ésta debe ser la expresión no solo del PRD, sino de casi  toda la ciudadanía que anhela un cambio  radical para salir del  Gobierno irresponsable y mendaz que nos rige  y manipula.

No se trata pues solo de alcanzar la unidad, sino de poder articular un frente capaz de ganar las elecciones y dirigir un equipo calificado y altamente representativo de los grandes sectores políticos y sociales capaces de producir los cambios  y estabilidad  que se requieren para sacar al país del atolladero en que se encuentra.

Es necesario, además, reorganizar al PRD de acuerdo a las líneas acordadas en el recién pasado Congreso  José Francisco  Peña Gómez; reconciliarse con los sectores sanos de la sociedad civil que siempre apoyó  recoger a los compañeros que se quedaron en el  camino por falta de fe en su futuro, acercarse a los trabajadores y empresarios para infundirles confianza  y atender sus  justos reclamos, así como a intelectuales y líderes municipales, y darles  participación en este nuevo período.

Es hora no solo de la unidad, sino de la renovación del partido y del país.  El presidente Hipólito Mejía es un hombre de indudable carisma y buenas intenciones, que aprendió de la experiencia de sus aciertos y errores  y ha tenido el valor de reconocer estos últimos sin problemas.

Debemos acompañarlo para hacer de su triunfo un paso hacia  adelante y a su administración de la cosa pública un ejemplo de recuperación de la fe en nuestras instituciones, de nuestra maltrecha  economía y del avance en la justicia social.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas