No son cinco, sino tres; no son patas, sino pies

No son cinco, sino tres; no son patas, sino pies

ANGEL CHAN AQUINO
El distinguido patólogo, doctor Sergio Sarita Valdez, en su reciente artículo intitulado “Quinta pata de la violencia” (HOY, sección “Opiniones” 14 de marzo, 2006) expresa ignorar cuándo tuvo su origen el término “buscarle la quinta pata al gato”.

En el capítulo XXII de la monumental obra de Cervantes, se relata una de las tantas pendencias que hubo de enfrentar nuestro “desfacedor de entuertos”. Mientras recorría los caminos del mundo con la compañía de su incondicional escudero Sancho Panza, le aconteció tropezar con una cadena de doce galeotes condenados a las galeras por diversos delitos. Cuatro guardias les conducían. El encuentro fue una oportuna ocasión para que nuestro héroe ejerciera su autoencomendada misión de establecer la justicia. Luego de una primera negativa, los guardias, conmovidos por las comedidas razones del “armado caballero de la Triste Figura”, accedieron a su petición de interrogar, uno a uno a los sentenciados, a fin de determinar la justeza de la tal condena a los condenados, no sin antes exponer uno de sus frecuentes dislates -no por ello cargados de prudentes razonamientos- a fin de recurrir a su buen juicio, “y cuando de buen grado no la hagáis, esta lanza y esta espada, con el valor de mi brazo, harán que lo hagáis por la fuerza”.

“¡Donosa majadería! -respondió el comisario- ¡Bueno está el donaire con que ha salido a cabo rato! ¡Los forzados del rey quiere que le dejemos, como si tuviéramos autoridad para soltarlos, o él la tuviera para mandárnoslo! Vállase vuestra merced, señor, norabuena su camino adelante, y endereces ese bacín que trae en la cabeza, y no ande buscando tres pies al gato”.

Como puede apreciarse, originalmente la frase tiene equivalentes como “no andes buscando lo que no se te ha perdido” o “no te compliques la vida” o, como decimos de modo coloquial, “no te metas en problema, cómete tu comí’a” y, por extensión, la forma como usualmente se la usa: haciendo rodeos ante una realidad concreta. Tal el ejemplo del doctor Sarita.

Tanto las “cinco patas” como los “tres pies” son válidos para advertir sobre la costumbre de hacer turbio lo que está claro.

Si al citar una frase o un pensamiento es a toda ley apuntarlo como su autor lo concibió, lo razonable es usar la frase que Cervantes creó o, al menos, popularizó. Es fácil escoger tres entre cuatro pero, por qué empeñarse en atribuir tres -o cinco- donde se sabe que hay cuatro?

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