No soportemos más

No soportemos más

La tercera ley de Newton sobre el movimiento dice que a cada acción corresponde una reacción directamente proporcional e inversa.
Este es el país de una pecozá, una puñalá, bajo esa divisa hemos crecido y vivido.
A propósito del nuevo aniversario de la muerte del tirano Trujillo debemos recordar que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.
Cuando el trujillaje tenía tanta confianza que los hijos del tirano se atrevieron a viajar al extranjero y dejar al viejo sin su compañía, cuando más confiados estaban, fructificó el complot que se llevó al “perínclito” de San Cristóbal para el infierno.
Se abrió un abismo de temor a lo desconocido entre los altos círculos empresariales, comerciales, de la iglesia, de la guardia y la policía. Ante el peligro del despertar del pueblo, se convirtieron en una fuerza compactada obligada a caminar con sus propios pies, sin que nadie los tutelara, sin que nadie los narigoneara, sin que nadie los defendiera.
Esos primeros pasos dados, forzados por las circunstancias, se convirtieron en un tiempo de tientos y pruebas, de actuar con un cuidado tal que paralizaba las voluntades. Ahí fue cuando el pueblo surgió como un torbellino, como un sunami, como un tornado y dejó ver su existencia. Todos los maleantes del trujillaje, los ladrones, los asesinos, los abusadores, los adulones, se perdieron al amparo de las sombras de la noche.
Escurrieron el bulto porque, aparte del dinero acumulado con malas artes, lo que les esperaba era el ejercicio de su cobardía y escapar del largo brazo de una justicia que nunca llegó. Por eso estamos como estamos.
Todo el mundo sabe que el burro que tropieza con un tocón nunca más vuelve a tropezar con el mismo tocón. Si es que somos más brutos que los burros, que Dios nos coja confesados.
La muerte de Trujillo significó una revolución: los jueces y fiscales volvieron a ser independientes, las autoridades militares y policiales, con más miedo que vergüenza, se mimetizaron y demostraron un apego a la Constitución y las leyes que no entendían, criados en el reino del abuso y la arbitrariedad. Las pieles de cordero se pusieron de moda, los lobos hicieron de las suyas persiguiendo y abusando de las caperucitas, de sus hermanitos, de la abuela y de todo aquel que lo permitió.
Esta gente del Partido de la Liberación Dominicana no entiende que algún día ahorcan blancos y para entonces, ninguna cabeza debe estar segura sobre los hombros, si sostiene la testa de un corrupto que se robó los recursos que debieron ser invertidos en lograr el desarrollo nacional.
¡Ya está bueno de ser buenos! Rescatemos la democracia, la libertad, la seguridad. Rebelémonos contra la dictablanda. ¡Basta ya!

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