No tan loco de amor

No tan loco de amor

Un viejo amigo, hombre adinerado de más de sesenta años, mudó a una veinteañera de anatomía provocadora de incendiarias miradas masculinas.

    Una mañana dominical en que coincidimos en un supermercado, mi enllave se deshizo en elogios acerca de los atributos estéticos de su amante.

    -Lástima que, como todo machazo dominicano, soy hombre celoso, porque si no lo fuera, te mostraría una foto de mi carajita en pantie y brassiere, para que te caigas de espaldas; quizás exagero, pero me atrevo a asegurar que tiene un cuerpo que podría competir con el de Jennifer López hasta en materia de fundillos- dijo, impresa en el rostro una expresión fantochil.

    Eligió una botella de vino caro del tramo de las bebidas alcohólicas, y continuó con el discurso laudatorio.

    -Tiene un bello y raro color en los ojos, que no terminan por decidirse entre el azul y el verde, ya que por momentos se alternan, y la naricita y la boquita se parecen a las de los ángeles –afirmó, provocando la sonrisa de una añeja dama que cruzó frente a nosotros por el amplio pasillo.

    -Se nota que, al igual que la mayoría de los hombres de avanzada edad que emparejan con mujeres jóvenes, estás más enamorado que un estudiante de bachillerato de una condiscípula- dije, aplicándole una palmada en la espalda.

    -Estoy algo más que enamorado de mi muchachita, pero al mismo tiempo ella me adora, y me lo demuestra de toda forma. Cuando está conmigo, no escatima besos ni abrazos, ni apelativos cariñosos, que van desde papi lindo, hasta mi viejito del alma- aseguró, tarareando una melodía, que acompañó con pasitos de baile.

    -Lo de papi suena bien, pero no creo que te gustara lo de viejito, porque aunque suene cariñoso, alude a tu condición de ex joven.

    Usé la frase en tono de broma, y apoyado en la vieja amistad, pero mi interlocutor puso cara seria, echando aparentemente a un lado su habitual sentido del humor.

    -Estoy tan seguro de su amor por mí- manifestó- que estoy convencido de que nunca encontraré a un hombre joven en el apartamento que le alquilé.

   -Te felicito por tener una amante tan fiel- expresé, con falso tono enfático.

-No lo digo porque crea eso, sino porque la llamo por teléfono una o dos horas antes de informarle que la voy a visitar.

    Ambos estallamos en ruidosas carcajadas.

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