En muchos países, el consumo de tabaco está restringido en el lugar de trabajo, a fin de proteger la salud tanto de fumadores como de no fumadores. Ahora, puede que se tenga que añadir una nueva restricción para proteger los pulmones: eliminar las máquinas fotocopiadoras.

Esta semana, The Lancet publica un estudio -el segundo en los últimos años-, en el que se relaciona la exposición al toner de las fotocopiadoras con una enfermedad pulmonar.

El informe procede de Viena, del equipo de la doctora Christine Armbruster. Y el caso descrito es el de un hombre de 39 años, no fumador, que trabajaba en una oficina en la que este tipo de máquinas funciona todo el día. Durante un año, el paciente sufrió tos seca y dificultad moderada para respirar y los análisis encontraron unas partículas en sus pulmones y en sus nódulos linfáticos que inflamaban el tejido, interfiriendo en la respiración. Además, al estudiar las muestras extraídas de los pulmones del paciente, encontraron las mismas cantidades de silicio y cobre que hay en el polvo de la máquina, y ambas son sustancias que pueden dañar los pulmones si se inhalan.

Hace dos años, la revista The Lancet publicó otro informe similar realizado en el Departamento de Biología Celular de la Universidad de Granada. En aquella ocasión, el caso era el de una mujer de 44 años, fumadora, que llevaba seis años haciendo fotocopias a jornada completa. La enfermedad que se le diagnosticó entonces era más propia de mineros y canteros que de oficinistas: la siderosilicósis. El doctor Gallardo, autor del estudio español, cree que los médicos que encuentren estos síntomas en sus pacientes deberían preguntarles si trabajan con máquinas fotocopiadoras. En cuanto a Armbruster, está convencida de que «con el aumento del uso de las fotocopiadoras, va a aumentar también el número de pacientes con enfermedad pulmonar».