No tengo deseos,¿he dejado de amar?

<p><strong>No tengo deseos,¿he dejado de amar?</p></strong>

He querido no emplear la palabra «frigidez» para hablar de la falta de respuesta sexual a las caricias, ya que ha sido muy mal empleada. Una mujer puede tener una inhibición persistente de la excitación sexual durante el acto sexual normal y manifestar no solamente una carencia de orgasmos, sino también una falta absoluta de lubricación de sus órganos sexuales.

El principal problema que nos encontramos para la curación es precisamente ese, que para muchas mujeres no es un problema; es más, para muchas es un motivo de relax y desprecio hacia los hombres. Suelen comentar con desenfado: «Si por mí fuera, nunca haría el amor», «Yo hace tiempo que paso de sexo, no lo necesito» o «En mi vida he sentido un orgasmo». A estos comentarios, hechos casi siempre entre mujeres, suelen unirse otros que aseguran que el problema es porque «Tu marido no te lo sabe hacer», «Búscate un hombre experto y verás» o «Sé infiel y no mires con quién».  Y es que desde aquella estúpida frase del doctor Marañón, «No hay mujer frígida, sino hombre inexperto», las mujeres que no han sentido en su vida placer sexual se han buscado su coartada: la culpa es del hombre. Mientras que las patologías sexuales del varón se atribuyen exclusivamente a él, a su cuerpo, su mente o su pene, y nadie busca la causa principal en una pareja tan desagradable que ni un adoquín se acostaría con ella; cuando de frigidez femenina se trata, la culpa se le atribuye siempre al varón.

Entre las enfermedades que pueden causar ausencia de placer sexual y, por tanto, de orgasmo, tenemos al hipotiroidismo, la diabetes, la esclerósis múltiple, la cistitis, la menopausia, la endometrósis o la distrofia muscular. En cuanto a los fármacos negativos están los anticonceptivos orales, los antihipertensivos y los tranquilizantes, siendo misión del médico advertir a su paciente que no se extrañe por la ausencia de orgasmos, evitando así que se devane los sesos buscando causas psicológicas o traumatismos infantiles. También se ha observado esta falta de respuesta sexual después de una histerectomía o mastectomía, ya que el impacto emocional que causan en la mujer es enorme y en muchas las conduce a una apatía muy profunda, hasta el punto en que rechazan absolutamente al varón.

Por último, la causa fisiológica más normal es la atrofia genital que se produce en la vejez y que es más acentuada en aquellas mujeres que hace tiempo renunciaron al sexo, bien sea por enviudar o por falta de estimulo. Sin embargo, en la mayoría de los casos no se puede hablar de una frigidez absoluta si aún persiste la necesidad de abrazar, besar y hasta mantener todo el preludio que precede al coito. En estos casos puede existir una vida sexual satisfactoria, que agrade al menos a la mujer, y no constituir ninguna patología a tratar. Sería como aquellas personas que sin estar enfermas, eligen voluntariamente, y sin problemas, renunciar al sexo, opción esta tan respetable como la de aquellas que se dedican toda la vida a un sólo hombre o las que prefieren cambiar de pareja cada fin de semana.

Las causas
La mayoría de las veces el problema es de índole psíquico, no orgánico. Puede ocurrir que las primeras experiencias sexuales hayan sido nefastas, hasta desagradables, y que en la mente frágil de esa mujer no haya un lugar para la mala suerte, sino que piense desde ese momento que la sexualidad es así. A partir de entonces, y aunque afectivamente desee al varón y hasta socialmente pueda ser una buena compañera, cada nueva experiencia sexual supondrá, por lo menos, un sacrificio. Si a esto añadimos que su mala formación en materia de sexo hace que no comprenda la verdadera naturaleza del problema y no desee solucionarlo, o que piense que a su pareja le basta con tener él solito su orgasmo, tenemos ya una candidata eterna al grupo de mujeres frígidas incurables. En estos tiempos ya no sirven excusas como la ignorancia o la falta de pericia del compañero, ya que ambos son perfectamente solucionables en pocos días mediante un asesor o un buen libro. Estas mujeres tienen, además, un desprecio por las relaciones sexuales de los demás, no gustan de ver escenas eróticas en el cine, y cualquier intento de su pareja por iniciar una orgía improvisada en el cuarto de baño acaba en bronca. No le gustan las guarradas.

Indudablemente hay otras causas más razonables y comprensibles, como son los estados depresivos (¿crónicos?) las peleas de pareja continuadas, los apuros económicos, la falta de intimidad (vivir muchos años en casa de los padres es siempre un factor de riesgo), las enfermedades y, por supuesto, la repulsa hacia el compañero.

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