No todo es color de rosa para la nueva duquesa de Cambridge

No todo es color de rosa para la nueva duquesa de Cambridge

Redacción de Rostros
Kate, ya no es Kate. Es Catalina, la duquesa de Cambridge. La esposa del apuesto príncipe Guillermo, segundo  en la línea de sucesión  al trono del Reino Unido de Gran Bretaña.  

Kate Middleton contrajo matrimonio con el  príncipe Guillermo el pasado viernes 29 de abril, y en el mismo momento en que dijo el “sí quiero” dejó atrás su esencia para dar cabida a una nueva mujer llamada Catalina, comprometida con una serie de  reglamentos y leyes que cumplir y obedecer al pie de la letra.

  Además del amor que sienten el uno por el otro, un amor que se percibió el día de su enlace, esta pareja tiene “su propia rutina”. 

En caso de ruptura, la princesa Catalina no perderá la cabeza, -como su tocaya   Catherine Howard, una plebeya que se desposó con el rey Enrique VIII de Inglaterra en el siglo XVI-, pero sí el título, las residencias palaciegas y, más duro aún, la tutela de los hijos que hayan engendrado.

 Catalina volverá a ser de inmediato Kate Middleton,  perderá además  el derecho a residir en cualquiera de las moradas que haya compartido con William y no podrá reclamar ni un centavo del patrimonio de su esposo.

El patrimonio del príncipe,  que  asciende a 13 millones de libras esterlinas,   cuando muera su abuela se engrosará con una parte de su fortuna, estimada en 325 millones de libras, unos 530 millones de dólares.

Como cualquier otra mujer normal  divorciada de un hombre de fortuna  que ha firmado un contrato prenupcial, ella sólo recibirá una suma inicial y una pensión, cuyo monto variará según su comportamiento. Por ejemplo, si decide volver a casarse, el monto del subsidio descendería.

Otra de las cosas que  no tendrá Catalina en caso de ruptura  es  la posibilidad de una revancha a lo Lady Di, quien se dio el gusto de ventilar en televisión la triste realidad de su matrimonio sin amor. Tampoco podrá  llevarse, como ella, una indemnización de 17 millones de libras esterlinas o 28 millones de dólares.

Su “príncipe azul” le hizo firmar un documento en que se compromete a no revelar la intimidad del matrimonio, bajo pena de multa millonaria.

Qué no hacer. Además de este contrato, la duquesa de Cambrige renunció a plebeyas costumbres como llamar a alguien con diminutivos

 Otro punto importante es que no podrá llamarse a sí misma “Kate”.

Mientras no se le otorgue otro título a su prometido, su nombre será “Su Alteza Real la duquesa de Cambridge”.

Además no le es permitido decir o hacer algo controversial.

No puede dar su opinión en política ni en cuestiones sociales, mucho menos involucrarse en escándalos como lo hizo Sarah Ferguson, ex esposa del príncipe Andrés, hermano del suegro de Catalina, el príncipe Carlos. 

Nunca escapará al escrutinio de la prensa.

Pero además será monitoreada por reporteros las 24 horas, los 365 días del año, por lo que debe entender que cualquier paso en falso será motivo de aparición en los tabloides británicos.

 Jamás andará por la calle sin seguridad.

Tiene un cuerpo de vigilancia con la orden de acompañarla a cada lugar fuera de su hogar.

Nunca hará ninguna actividad sin la aprobación del Palacio de Buckingham. Ya no se maneja sola, pues ahora todas sus acciones afectan la imagen de la Familia Real.

No podrá comer mariscos. Se rumora que la familia real evita estos alimentos por miedo a la intoxicación. Si come lento se morirá de hambre, pues el protocolo dicta que al terminar la reina de comer, se retiran todos los platos de la mesa.

No jugará “monopoly”. El duque de York, Andrés, afirmó en una entrevista que la Familia Real no lo acostumbra porque los que juegan se vuelven “muy despiadados”.

Catalina no tendrá más nunca un empleo.

Aunque tiene una licenciatura en Historia de Arte, no puede tener un trabajo común, por cuestiones de protocolo.

No votará o competirá por algún puesto público. Técnicamente, la reina Isabel y otros miembros de la Familia Real pueden votar, pero en la práctica es considerado inconstitucional y que va en contra de la democracia.

Catalina Middleton se limitará a contestar el celular a determinadas horas, aún sea su familia que la solicite.

Definitivamente que formar parte de una Familia Real no es nada fácil, no todo es color de rosa.

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