No todos estamos borrachos

No todos estamos borrachos

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

La sabiduría oriental ha sido reconocida a lo largo de la historia. Las Mil y Una Noches rescataron del olvido las enseñanzas de pueblos a los que les tocó la difícil y dura tarea de crear las bases para el desarrollo de la sociedad, en el comercio, las ciencias, la enseñanza, el vestido, la alimentación y lo hicieron de manera tal que hoy sus telas, sus vestidos, sus adornos, su arte, su cultura, son más apreciados que en el pasado.

A medida que descubrimos el Oriente y su rica cultura milenaria vemos cuán lejos estamos de ser una sociedad civilizada. Entonces debemos preguntarnos ¿Qué es una sociedad desarrollada?

Un intento de respuesta puede ser aquella en la cual la gente haya aprendido a escuchar mientras los otros hablan, a hablar mientras los otros callan, a comer con la boca cerrada y a no llenarse la boca de modo que la comida pugne por salirse de los carrillos.

Una sociedad desarrollada es aquella donde la conducta humana esté normada por la seriedad, el respeto a los demás, el cumplimiento de la palabra empeñada, el respeto y el amor entre esposos, el cariño entre hijos y padres es aquella donde la ley sea justa y la Justicia sea la administración honesta e imparcial de la ley, aquella en la cual la autoridad cumpla su deber sin arbitrariedades y el ciudadano sepa y sienta que la autoridad es bien ejercida.

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En ese compendio de sabiduría, Las Mil y Una Noches, fruto del vivir de comunidades a las cuales les correspondió la tarea de crear un mundo, de inventarse un mundo, se encuentran los secretos de la vida en sociedad, cuando cada uno creía que era único, irrepetible, que después de él había que crear otro molde para hacer personas

Ahí están la justicia impartida con base a la mejor escuela: la experiencia, el valor enseñado a partir de la derrota que enseña la importancia de asimilar las lecciones que se dejaron de aplicar en el campo de batalla, donde lo importante no es el orgullo ni el brillo de las charreteras sino el valor de ir a la guerra con alegría, sin aspirar a más galardones que los que traen consigo el cumplimiento del deber y la satisfacción de servir a la Patria.

Entonces me doy cuenta de que sí leyeron una de las Mil y Una Noches, la que refiere la historia de Alí Babá y los 40 ladrones.

Porque en su locura creyeron salvarse cantando: aquí lo que pasa es que todos estamos borrachos.
La resaca llegó con la guardia tocando las puertas y la Procuraduría dura y “curvera”.

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