No todos estamos borrachos

No todos estamos borrachos

Con frecuencia leemos, vemos y escuchamos jueces, de todos los niveles, opinando sobre casos que tienen bajo su escrutinio o pueden llegar a sus manos en procura de que se haga justicia.
No se respeta el principio que reza: los jueces hablan por sentencia. Pero ante el irrespeto con que se manejan determinados asuntos hay que clamar por un sunami que ponga las cosas, todas las cosas, en orden.
Desde siempre se ha percibido que el Ministerio de Educación debe estar dirigido por una persona con suficiente criterio común, con una conducta tan delicada que no se involucre, de manera pública y notoria, en asuntos de la práctica político-partidaria.
Pero he ahí que la sobredimensión del irrespeto es tal, en estos aciagos momentos del resquebrajamiento alegre e irreverente de la institucionalidad, que un muchacho que ocupa la titularidad del Ministerio de Educación anda, de plaza en plaza, pregonando y manifestando su deseo de ser postulado como candidato a la Presidencia de la República.
Hay una frase usual entre los jóvenes: te pasaste, aplicable a la conducta y a la práctica de este joven muy poco conocido en las lides políticas nacionales quien, viéndose en una alta posición política gubernamental adquirida por militancia partidaria y amistad con el titular del Poder Ejecutivo, entiende que debe ser candidato presidencial y que tiene alguna posibilidad de ser elegido a la Presidencia de la República.
Este joven no ha tenido participación política relevante que lo haga conocido por la opinión pública, no ha realizado aportes, importantes o no, al mejoramiento de la vida nacional en ningún aspecto, pero entiende y quiere y busca la nominación presidencial.
Ese partido aún tiene figuras conocidas, aunque la organización esté en una posición de capa caída, muy venida a menos, por sus constantes errores y permisividades en el ejercicio del poder.
Estamos ante un caso de estudio que debe interesar a todos en su partido, especialmente al Presidente de la República, puesto que mientras el joven anda politiqueando por aquí y por allá, los sueldos de los maestros se atrasan por irregularidades, por flojera, por desorden administrativo, pero el tipo insiste.
Con mayor razón se debe prestar atención al Ministro de Educación y sus aspiraciones si se toma en cuenta de que cada día se inaugura un nuevo plantel escolar mientras se descuida el desayuno escolar y la terminación de edificios escolares.
La actitud del joven ministro es un reflejo del relajo y el desparpajo con que algunos toman los serios asuntos de gobierno. Lo más grave es que el joven no es el único con aspiraciones desmedidas.
Años atrás se puso de moda una canción que decía “aquí lo que pasa es que estamos todos borrachos”. No todos, digo yo.

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