No toleremos eso

No toleremos eso

Claudio Acosta.

Es evidente que los comerciantes que el pasado lunes se apostaron frente a la Procuraduría General de la República y el Congreso Nacional para protestar contra las medidas antiruidos de las que están siendo “víctimas” están convencidos de que sus clientes no pueden divertirse, y por lo tanto hacerles ganar dinero, si no escuchan la música a todo volumen, perturbando la paz y la tranquilidad de todo el que vive en sus alrededores y, por vía de consecuencia, violando la ley. También es evidente que los directivos de la Federación Dominicana de Comerciantes que organizaron la protesta están conscientes de que lo que hacen es ilegal y de que irrespetan el derecho ajeno, y así lo expresaron en una carta que entregaron en la Procuraduría. “Estamos completamente de acuerdo de que tenemos que retirar el alto volumen musical de las urbanizaciones y barrios del país, porque todos los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a dormir y vivir sin contaminación sónica”. ¿Por qué entonces no bajan el volumen de la música en sus establecimientos y le explican a sus clientes que eso es lo que permite la ley, y de paso respetan el “derecho a dormir y vivir sin contaminación sónica” de sus vecinos? ¿No se evitarían así las incautaciones de sus equipos y todos los viajes que hay que dar a la Procuraduría para poder recuperarlos? ¿Por qué les resulta tan difícil respetar lo que manda la ley y, sobre todo, las mas elementales normas de convivencia civilizada? Porque les inspiran tan poco respeto la autoridad y quienes actúan en su nombre que les parece mas fácil proponer una “zona de tolerancia musical” donde se les permita, a ellos y a sus clientes, violar la ley a su antojo y sin consecuencias. Demás está decir que, ante una petición tan insólita, la única respuesta posible es el rechazo total, pues de lo contrario estaríamos creando zonas donde terminaría tolerándose todo, siempre y cuando sea ilegal y atente contra las buenas costumbres.

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