La terapia con masajes es un método efectivo para tratar diversas dolencias. A través de la manipulación de los tejidos blandos del cuerpo: músculos, tendones y ligamentos, se liberan tensiones emocionales que causan dolor físico.
No obstante, existen situaciones en las que están contraindicados o en las que es necesario tomar precauciones:
Embarazo: no se deben tocar el abdomen ni el sacro, ya que masajear esas zonas puede provocar contracciones en el útero.
Menstruación: no se aconsejan cuando el sangrado es abundante y doloroso.
Infección: el masaje no resulta beneficioso durante o después de una enfermedad infecciosa, ya que podría contribuir a diseminar la infección.
Problemas de la piel: si hay eczema o dolencias similares, el masaje puede agravar el problema o extenderlo a otras zonas.
Postoperatorio: una operación provoca grados diversos de cicatrización interna y externa que no deben manipularse hasta que el proceso se haya completado.
Varices: el masaje puede ayudar a prevenir la formación de venas varicosas, pero una vez formadas las puede dañar aún más.
Inflamación y heridas: se podrían agravar estas lesiones. En las heridas recientes puede provocar que se abran o infecten.