No violencia y reconocimiento al patriotismo

No violencia y reconocimiento al patriotismo

LEANDRO GUZMÁN
Los que soterradamente han trabajado y todavía lo hacen para que a los dominicanos se les borre la memoria histórica y olviden los agravios cometidos contra el pueblo, del que siempre se han burlado, seguramente están hoy seriamente preocupados ante lo que parece ser un renacimiento del patriotismo, al honrar como se debe la memoria de aquellos que dieron sus vidas por un país mejor, en aras de viejos ideales que hoy comienzan tímidamente a fructificar.

Una serie de acontecimientos ocurridos en los últimos días nos dan la razón. En primer lugar, ahora vemos que mientras en el pasado fue necesario llevar las protestas a las calles e incluso a las montañas, actualmente la lucha adquiere un carácter pacifista, como lo demostraron las «Marchas por la Paz» auspiciadas por la Iglesia Católica, pero a las cuales se sumaron representantes de otras congregaciones religiosas, clubes culturales, sindicatos, asociaciones de profesionales y, en fin, los sectores más representativos de la sociedad, que con sus manifestaciones dieron un contundente repudio a la violencia que trata de imponerse en nuestro medio.

En segundo lugar, está la reciente decisión del Congreso Nacional de reconocer, transcurridos más de 40 años, que Manolo Tavárez es un héroe de la Nación, porque tuvo el valor de sublevarse en 1963 contra un gobierno de facto, en demanda de que fuese repuesta la constitucionalidad vulnerada por un Golpe Militar que no solamente dejó luto y dolor, sino que además dio paso a la segunda ocupación militar en este siglo por tropas de los Estados Unidos.

La lucha de Manolo Tavárez y sus compañeros no se limitó a esa gesta heroica, pues con anterioridad, en plena tiranía, él y los suyos tuvieron el valor de desafiar al régimen de horror entonces imperante, desde la clandestinidad, organizando al pueblo a nivel nacional, con el sorprendente respaldo de los más variados sectores. Ni la cárcel, ni las torturas a que fue sometido, doblegaron el ánimo de Manolo, ni de sus compañeros, muchos de los cuales le acompañaron a las montañas cuando fue necesario.

Esas luchas han continuado, pues todavía nos se han materializado los grandes anhelos del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, ni el de los expedicionarios que le dieron el nombre, anhelos consistentes en lograr las conquistas sociales y económicas a las cuales tiene derecho el pueblo dominicano.

Hay toda una generación de jóvenes que ignora muchas de estas cosas, por lo que es necesario repetirlas para que se les quede grabada en su memoria: que las libertades que disfrutamos hoy tienen su origen, en gran parte, en la lucha mantenida por aquellos héroes y mártires.

La conmemoración del Día de la No Violencia contra la Mujer fue una decisión de las Naciones Unidas, que reconoció así la participación femenina en las jornadas por nuestra libertad, a partir del triple asesinato de las Hermanas Mirabal, hecho ocurrido el 25 de noviembre de 1960, el más horrendo de la dictadura trujillista. Los actos culturales, políticos y religiosos celebrados el pasado 25 de noviembre, verdaderamente masivos, son un testimonio de que a «las muchachas» se les recuerda y venera.

El reconocimiento oficial de que Manolo Tavárez es un héroe de la Nación y que sus compañeros son Mártires, constituye una renovación moral, por cuanto tiende a salirle al paso a la subliminal campaña que mantienen ciertos sectores a salirle al paso a la subliminal campaña que mantienen ciertos sectores intelectuales para glorificar a Trujillo y sus personajes. Ese es su derecho, como también es el nuestro disentir de quienes pretenden borrarnos la memoria.

Si bien es cierto que es un gran paso, todavía faltan muchos por incluir en la lista de quienes deben ser considerados héroes de la Nación, gente del pueblo que luchó sanamente para que en la República Dominicana impere un régimen de verdadera justicia social, donde el pueblo sea el protagonista principal, no el espectador que mira desde las gradas sin siquiera poder manifestar sus opiniones.

El comentario es propicio para insistir en la necesidad de que, cada vez que cualquier gobierno vaya a tomar una decisión importante, al pueblo se le consulte a través de un referéndum. En una palabra, que diga firme y categóricamente «sí» o «no» a lo que oficialmente se le propone, contrario a lo que ocurre ahora las cosas se les imponen, como si fuésemos una nación de borregos.

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