Noam Chomsky

Noam Chomsky

Noam Chomsky el famoso lingüista e icono de la izquierda materialista americana, se retira de Boston a Tucson, Arizona. Asunto de la edad, va a cumplir los Noventa.
Y ha sido entrevistado por el periódico El País. Entre las cosas que ha dicho a El País, me parecen muy interesantes las siguientes: «Trump ha liberado consciente y deliberadamente olas de racismo, xenofobia y sexismo que estaban latentes pero que nadie había legitimado».
Chomsky menciona como racismo, xenofobia y sexismo, tres asuntos fundamentales en la contienda política de estos días en USA. Por supuesto, yo los mencionaría con otras palabras. Comencemos por «Xenofobia». Se refiere Chomsky a «America primero», «Los Americanos primero», «Hagamos otra vez grande a América». Y dice él que esta pasión, igual que las otras que menciona, «estaban latentes pero que nadie las había legitimado».
Y por aquí viene también el «racismo» que menciona Chomsky. Pues sí, fueron los grupos, los vecindarios, las gentes más pegadas a las viejas costumbres americanas, los que celebran y defienden como justas las leyes de la nación, los que primero se entusiasmaron con aquello de hacer grande otra vez a América. Y, ¿podemos hablar también aquí de algo quizás un poco sutil como herencia cultural americana?
Sí, admito que lo anterior visto a la ligera puede verse como «racismo».
Y, a propósito del «sexismo» que cita el afamado lingüista, estoy viendo en la TV las numerosas mujeres que el presidente Trump ha nombrado en importantes cargos. Entre ellas, una para la muy delicada función de jefa de la CIA.
Por supuesto, que ni para Noam Chomsky ni para mí eso de «sexismo» finaliza aquí, en unos nombramientos del Presidente. Tenemos que lidiar con el difícil y atrabiliario asunto de la ideología de género. Un caso célebre que espero muchos conozcan ya, es el del militar que divulgó o regaló a Wikileaks unos secretos del Army. Fue juzgado y condenado a 35 años de cárcel.
El señor preso exigió que se le hiciera una cirugía para convertirse en mujer. Y, horrorísese, si quiere, igual que yo. Le concedieron la cirugía y «se convirtió» en mujer.
Y, ahora, aparece el Otro. Obama la indulta. Y no me pregunte bajo qué argumentos legales. La historia que les cuento termina con la «señora trans» aspirando a senadora, no recuerdo por cuál Estado. Ni quiero señalar por qué Partido. Eso sí, me arriesgo a decir que no ganará.

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