Nobleza contra dinero

Nobleza contra dinero

El dominicano que pasa de los cincuenta años se sorprende al ver hasta dónde ha llegado a calar en nuestra sociedad el individualismo y el sálvese quien pueda. Esas actitudes y posturas ideológicas contrastan con los usos y costumbres de la sociedad dominicana de mediados del siglo pasado. En ese entonces, el Estado funcionaba y suplía los servicios de salud, educación, energía, seguridad, limpieza de las ciudades, servicio de correo postal, en fin, todos los servicios que debe proveer un Estado moderno estaban garantizados. Nuestro único y grandísimo problema era el tirano.

Parece ser que a la muerte de Trujillo nuestra sociedad dedujo que había muerto el proveedor, el hacedor de cosas y que a partir de ese momento había que salir a la calle con el cuchillo en la boca a matar o morir, eliminando de ese modo todo vínculo con la trama social.

Cierto es que hubo una parte de la sociedad que veía otro futuro, un futuro en donde la trama social se mantuviera y se fortaleciera, pero lo cierto es que Bosch, Manolo y tantos otros fueron vencidos por la corriente que pregonaba el individualismo.

Hoy tenemos un dominicano que desconfía de su sombra y llega al extremo de no dar los buenos días porque se siente expuesto.

Tenemos que revertir esa realidad.

Esa realidad se revierte si interiormente aceptamos la existencia de otras instancias sociales y al mismo tiempo le damos la oportunidad de existir sin juicios previos por parte nuestra.

Se revierte si somos capaces de decir un No interior, profundo, a todo lo que nos desliga y  nos destruye.

Se revierte, sobre todo, si asumimos una actitud que diga: Tú y yo somos hermanos y estamos obligados a compartir esta isla. Tenemos muchas diferencias, pero quiero resaltar las cosas que nos unen, las cosas que nos definen como dominicanos. Como prueba de que soy dominicano como tú, y de que soy hermano tuyo, te presento mi trabajo comunitario no remunerado. Es un esfuerzo que hago a favor de la colectividad que tanto me ha dado.

La propuesta que hago es que aprovechemos  la nobleza propia del dominicano y hacer que la misma se exprese en esas tres líneas:

1. No prejuicios.

2. Un No interior, profundo, a todo lo que nos desliga y nos destruye.

3. Trabajo comunitario no remunerado.

Ante la vileza de la marginación  respondamos con la nobleza de una mirada sin prejuicios.

Ante el sálvese quien pueda y el individualismo respondamos con la nobleza de un No interior profundo.

Ante el afán de lucro y el dinero fácil respondamos con la nobleza del trabajo comunitario no remunerado.

Para que nos desarrollemos es necesario que unifiquemos a toda la sociedad en un proyecto de nación. Hoy tenemos muchas República Dominicana coincidiendo en el espacio y en el tiempo, pero sin conexión alguna entre ellas. Esas tres líneas de acción nos ayudan a reparar la maltrecha trama social que nos vincula.

Nobleza contra dinero.

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