Nochebuena

Nochebuena

En la tradición cristiana, estos tiempos rememoran uno de los acontecimientos más influyentes en la historia de la humanidad, tanto que es el punto de referencia para dividirla en dos grandes etapas.

Antes y después de Cristo es un concepto que ha trascendido los antagonismos de todo tipo: políticos, étnicos, bélicos, filosóficos y aún los religiosos. Es una referencia universalmente aceptada, basada en aquel gran acontecimiento que fue el nacimiento de Jesús, que según la tradición, se produjo en el año «0» de la Era Cristiana. A partir de entonces empezamos a contar los años transcurridos, y toda referencia relacionada con un suceso anterior a ese año «0» lleva una anotación explícita de que ocurrió antes de Cristo.

Entre los dominicanos, la fecha de hoy -24 de diciembre- es víspera del aniversario del nacimiento de Jesús, y en vez del festejo desproporcionado, ampuloso y estridente que solemos hacer, bien nos vendría un poco de reflexión para revisar desde muy adentro lo que hemos sido como individuos, como parte de la familia y como parte del país, y tratar de definir con acierto y claridad qué queremos ser en esos mismos contextos para el porvenir inmediato, a mediano plazo y a largo término.

Para entrar en estas reflexiones hay un buen asidero, un motivo inocultable y unas muestras que no aceptan contradicción, pues si de lo que hemos sido como individuos, como miembros de familia y como parte del país ha venido a resultar lo que ahora tenemos, es obvio que no hemos canalizado bien nuestras aspiraciones, que no hemos hecho una correcta planificación del porvenir y que, en fin, nuestras metas andan por un lado y nosotros marchando en la dirección opuesta.

[b] -II-[/b]

Otro buen motivo que aconseja una reflexión profunda es que nuestras celebraciones de este día, aún con sus aberraciones y desbordes, están motivadas en que damos por hecho cierto que un día como el de mañana nació alguien a quien pusieron por nombre Jesús y que, independientemente de los credos políticos, religiosos o étnicos, predicó con el ejemplo los mejores valores.

Si universalmente se ha aceptado la fecha señalada como la del nacimiento de Cristo para dividir en dos facetas la historia de la humanidad y si está plenamente aceptado que el ejemplo de Jesús fue de humildad y bondad, de solidaridad para con el prójimo, de justicia social y de igualdad entre los humanos, hay que convenir que deberíamos aprobar el aserto de que muy bien necesitamos reflexionar sobre el derrotero que le estamos dando a este país.

Que de todo lo anterior se impone que nos esforcemos por canalizar mejor nuestras aspiraciones, de manera que la verdad se imponga sobre la mentira y la falsedad, que nadie pueda ascender mediante la demagogia y las malas artes, que no se privilegie el delito de unos con la impunidad y el castigo, en cambio, sea para otros. Sería un contrasentido que aceptemos que un día como mañana nació Jesús, que él vivió entre los hombres para sembrar el amor, la solidaridad y la justicia, y que murió por ello, y que en cambio seamos incapaces de predicarnos a nosotros mismos su ejemplo, practicarlo en cada uno de nuestros actos ante la familia y el país, desterrar el engaño propio y el que otros ejercen, y ser cada día mejores para forjar una nación mejor, que prospere por encima de nuestros propios credos políticos, religiosos o de otras índoles. Nochebuena es buena referencia para comenzar.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas