Nochebuena

Nochebuena

Los dominicanos se disponen a celebrar hoy la Nochebuena, con la tradicional cena, golosinas, bebidas, la «Misa del Gallo» y otras actividades propias de la festividad.

Después de un año de altas y bajas, de dificultades económicas y privaciones, la Nochebuena viene a ser como una válvula de escape para las tensiones acumuladas.

Entre quienes se acogen a la tradición cristiana, generalmente se aprovecha la Nochebuena para la reunión familiar, el encuentro con los amigos más cercanos, la expresión de buenos deseos y hasta el olvido de ofensas pasadas.

Para otros es un pretexto para el bullicio, el desenfreno, la ingesta excesiva de alcohol con todas sus consecuencias, las ofensas y muchas conductas que suelen resultar irritantes para la convivencia.

Estas manifestaciones son las que traen como consecuencia los accidentes de tránsito, los disparos innecesarios, las intoxicaciones alcohólicas, la irresponsabilidad y otras secuelas dolorosas, que trastornan la vida familiar en vez de endulzarla y relajarla.

Es una forma de desaprovechar la mejor oportunidad para meditar y juntarse con familiares y amigos en aquel encuentro tan provechoso que tiene como escenario el hogar.

Es, en verdad, una distorsión muy lamentable del sentido que tiene este festejo en víspera de la conmemoración del nacimiento de Jesús.

-II-

Nuestra aspiración es que la Nochebuena convoque a todos a armonizar intereses, a entronizarnos en las causas del debilitamiento de la estructura familiar y a tratar de eliminarlas o corregirlas en la medida en que esté a nuestro alcance, y cuando no lo esté, procurar que quienes están facultados lo hagan.

La celebración y lo que ella entraña como parte de la tradición cristiana debería conducirnos al respeto del prójimo, a evitar los riesgos del desenfreno, a renunciar a la mezcla de alcohol, gasolina y velocidad y a asumir las responsabilidades que nos corresponden como miembros de la sociedad.

Un aspecto que debería llamar poderosamente nuestra atención es el de las consecuencias siempre dolorosas que quedan por el uso irresponsable del volante, las armas y por permitir que nuestros hijos utilicen fuegos artificiales.

Hay que crear conciencia sobre los problemas que se derivan de estas conductas y asumir la responsabilidad de prevenir todo cuanto pueda perjudicar a la familia.

Los dominicanos hemos demostrado que sabemos ponernos todos a una cuando, por alguna razón, entendemos que hay ingredientes que afectan nuestros intereses individuales o sociales.

De la misma forma que lo hemos hecho en otras oportunidades, aprovechemos la nochebuena para un sano disfrute en unión de familiares y amigos, a preservar nuestros hijos de los peligros de los fuegos artificiales y hacer de la sobriedad nuestra principal característica.

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