Noctambulario

Noctambulario

Un grupo de amigos se las ingenió para que mi cumpleaños (que en realidad es hoy) y el de otros dos del grupo que cumplimos en este mes fuera una experiencia única.

Desde hace tiempo venían planificando el acontecimiento que culminaría con un fin de semana en la propiedad campestre, ay ombe, en la finca, de uno de ellos, que se arriesgó y  la ofreció a ese grupo de “tígueres” y “tigueronas”que pudieron hacer trizas el lugar (aunque no fue así). Todo transcurrió como lo habían planificado.

Obviamente, la bebida y la comida fueron elementos en los que se hizo mayor énfasis. Hubo hasta “dress code” (¿Tengo que traducirlo? Allá voy: código de vestimenta) y todo el mundo debía estar vestido de blanco y el 90 por ciento de los presentes cumplió la norma, hasta yo, que desconocía la intención, pero fui obediente cuando me recomendaron ir con ropa blanca para la noche del sábado. El hecho es que entre música, cerveza, vino, “romo” y hasta refresco, para los abstemios ¿hubo alguno? La noche se fue y llegó el día con la mayoría de nosotros alrededor o dentro de la piscina, disfrutando de una fiesta entre amigos que será recordada por mucho tiempo.

Es increíble cómo tanta gente sintonizó inmediatamente de manera que  el ambiente parecía uno de esos grupos de reflexión, en los que, durante un fin de semana, los participantes crean unos lazos afectivos que parecería de locos pensar que pueden romperse alguna vez.

Esos amigos y yo fuimos felices el pasado fin de semana. Juntos descubrimos que la vida tiene momentos tan hermosos que lo más lógico que se puede hacer es disfrutarlos, y nada más. 

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