Casi siempre, cuando voy a un bonche, ya sea en una discoteca, un concierto o lo que sea, soy de los últimos que se va. Una frase común entre mi grupo es “ya nos están echando, ya pusieron una canción de José José”.

Porque sólo a los djs de los bares se les ocurre echar a la gente de tan descarada manera. Pero si el público todavía está en “pila”, ¿por qué apagar las luces, por qué recoger las mesas?

Que conste, siempre he sido muy civilizado y procuro, ante todo, estar rodeado de gente con las mismas maneras mías, así que no somos de los que  armamos “molotes” cuando las puertas se nos cierran en las caras, pero caramba, qué coraje nos da.

En bares a los que acudimos regularmente, donde los mozos nos llaman por nuestros nombres y los dueños inclusive llegan a extrañarnos si no vamos dos o tres semanas seguidas, al menos son más diplomáticos y nos avisan. Ahora “se curan en salud” y siempre le echan la culpa a la “Ley Seca” y por supuesto, la persona de “el pobre Franklin” queda muy mal parada.

Lo que quiero decir es que debe haber una manera menos traumática y cruel de decirle a los clientes en los lugares de diversión, que “la hora de dormir, ha llegado ya”.

Qué es eso de ponernos una música tan deprimente como la de Nino Bravo o, en el peor de los casos, de Paquita la del Barrio es un atropello. A mí que no me apaguen luces, que no me recojan mesas, que no me cambien la música, que me dejen ir, cuando me lleve ganas. He dicho.