Noctambulario
¿Cansado? No conozco esa palabra

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Si eres fiestero de alto calibre, los demás te observan y siempre tienen una interrogante para ti que nunca falla: “ven acá y es que tú nunca te cansas”.

Es un poco difícil y hasta incómodo responder a esa pregunta. Tal vez es que la energía de uno es más resistente que la de los demás, o mejor aún, estamos dotados de tanto “guto”, que vemos esa posibilidad como algo muy ajeno a nosotros.

Lo digo por experiencia propia. En las fiestas nunca asumo la pose de derrotado, aburrido o agotado. Siempre hay “pila” en mí, como para encender cualquier radito de los que usaban nuestros abuelos para escuchar la pelota, la noticia o “la caraquita”. Es que tengo una filosofía de vida que me ha valido para fortalecer a este noctámbulo que llevo dentro, ah, y que comparto con mi amiga Ariadna: “Todavía soy joven, ya tendré tiempo de descansar, cuando los años me achaquen”. 

Si uno se toma la molestia de salir de su casa y todo va fluyendo tan bien en el ambiente, ¿por qué poner la nota discordante y “entruñarse”? Un truco que he empleado en esos casos -y reitero, no ha sido cuestión de cansancio- lo mejor es emprender la huída sin que los amigos se den cuenta, para que no vaya el grupo a desbaratarse. Cuando llegue a su casa llame a uno de sus amigos y le dice que ya llegó, para que no se preocupen, pero antes, no. No hay cosa que tumbe más el ánimo colectivo que decir al grupo que tiene sueño o que se quiere ir… Ahí mismito se rompió la tasa y cada uno pa’ su casa. Hasta la próxima.

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