Sí, soy demasiado recurrente en el tema. Me disculpo, pero no puedo dejar que esto pase así como así. Todo dominicano que se respeta -bueno, casi todo- tiene un familiar -o más- fuera del país.
Yo tengo varios. Bueno, creo que demasiados, para ser preciso. La semana pasada llegó, para mi alegría, una de las personas que más quiero en este mundo. Mi hermanita Yaritza, que hace más de tres años se me fue para España y ahora viene renovada…y casada.
Con ella mi relación es, diría yo, perfecta. Y no tengo palabras para expresar mi felicidad de verla junto a mí, disfrutando yo de su presencia, de su cariño y de su avasallante personalidad. Irónicamente, con mi hermana -bueno, con casi ninguno de mis hermanos, aunque nos llevamos súper bien- no tengo el hábito de salir de fiestas, cada quien tiene su propio círculo para esos fines y este punto siempre ha estado bien establecido.
Sin embargo, en esta oportunidad quiero aprovecharla lo más que pueda. Quiero que vayamos a algunos bares juntos, que bailemos (no podemos olvidanos del cuñado) y que ella me llene del espíritu de la Navidad que a mí me hace falta.
Ahora me pongo un poco romanticón y motivo a todos los que hayan recibido algún familiar por estas celebraciones de Navidad, fin de año y todo lo demás, que les dediquen tiempo, que los acompañen en los bonches, que los disfruten, porque las fiestas, cuando se celebran en buena compañía, siempre son más buenas, se disfrutan más. He dicho.