Noctambulario
El amor de una noche, ¿de verdad que existe?

<STRONG>Noctambulario<BR></STRONG>El amor de una noche, ¿de verdad que existe?

Creo que sí, que el amor de una noche existe. Lo he experimentado más de una vez.

Es curioso, porque cuando hablo de este tipo de amores, no hablo del clásico, cursi, dulzón, duradero y convencional “Amor a primera vista”. Los mios (quiero decir mis amores) son más carnales y no me arrepiento. Es que las noches (sí, soy muy recurrente con esa parte del día, pero por si no se habían fijado, esta columna se titula Noctambulario) son misteriosas, engañosas, pero muy placenteras. No quiero, de ninguna manera, pensar que estoy promoviendo las relaciones sin protección. Jamás. Simplemente que hay noches en que te encuentras en un bar cualquiera, pongamos que en la inauguración de una discoteca en Las Terrernas y allí, como flechado no se sabe por quién, te cruzas la mirada con la persona que, sólo por esa noche, será “el amor de tu vida”.

Lo tienes muy claro. No volverás a verla jamás, porque al igual que tú, también estaba de paso en el lugar, que el momento que estuvieron juntos (muy juntos, diría yo) fue más fugaz que la proyección de una película seria en las salas de cine del país y que, para colmo, no hablaban la misma lengua (ella hablaba francés, tú español y ninguno de los dos se arriesgó con el inglés).

Entonces, al otro día, cuando la resaca te ha atacado, el sol de las 10 de la mañana no te permite reaccionar y sólo puedes pensar en ese amor que no volverás a ver, porque ya no habrá nada que los junte, pero tampoco nada que los separe, porque la tendrás, al menos durante los próximos siete días, metida tan dentro que pensarás que estuvieron juntos más de una vez. La noche sigue siendo culpable. He dicho.

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