Noctambulario
La lluvia y la noche, hermanas y cómplices

<STRONG>Noctambulario<BR></STRONG>La lluvia y la noche, hermanas y cómplices

La lluvia tiene vida propia. Ahora, que la ciudad está anegada, que la temperatura sube (como siempre) y baja (sólo en nuestras mentes), provocada por los constantes aguaceros que tenemos que soportar durante los meses de verano en este tropical país, pienso en cuántos planes es capaz de desbaratar un  chubasco.

Para los habitués de la noche, (como quien suscribe) que pretenden desafiar cualquier obstáculo que les impida salir, una buena lluvia muchas veces es más poderosa que una gran barrera, una inclemente enfermedad o un conflictivo toque de queda.

¿Cuántos conciertos no han sido suspendidos por un caprichoso ventarron?, ¿Cuántas citas no han debido ser canceladas porque “ este j…..aguacero no cede y mi mamá no me dejará salir bajo este tiempo tan malo”?  Y la noche, que ha sido tan cómplice mía y de muchos, se deja envolver, como temerosa de la lluvia que cae, para dejarle muy claro a los amantes furtivos, a los noctámbulos insurgentes, a los rebeldes sin causa, que si bien los ha apoyado en innumerables aventuras, su hermana la lluvia ejerce demasiado poder sobre ella y no hay manera de convencerla de que se vaya.

Es por ello que me he ingeniado un plan -maestro- para contrarrestar los efectos que me puedan causar los chaparrones de estos tiempos: abstenerme drásticamente de hacer planes en lugares abiertos, de acudir a encuentros en parques y a fines, siempre y cuando no me haya percatado antes que las probabilidades de precipitaciones están muy alejadas del radio de acción en el que pienso operar. Me ha dado resultado, bueno, no siempre, pero al menos he tenido la satisfacción de que ninguna lluvia “dañe mi fiesta” y que la noche seguirá siendo mi cómplice aunque su hermana mayor diga lo contrario y se empeñe en impedirme salir.

Publicaciones Relacionadas