M e niego a llamar a la Zona Oriental por el nombre tan poco atractivo de Santo Domingo Este. Aunque para mí esa parte de la ciudad es la más complicada de recorrer, creo que los bonches por aquel lado tienen un gusto particular.

Un toque lujurioso, que lo aportan sus discotecas y colmadones. No conozco otra parte de la ciudad donde los hombres y las mujeres se preocupen tanto por su apariencia física (no hablo de que sean bellas y bellos, esbeltas y esbeltos, necesariamente).

En la Zona Oriental se gasta más en salón de belleza, peluquería, calzados y tiendas, que en cualquier otra parte. Sólo hay que pasearse por sus lugares más concurridos, dígase, por sólo citar algunos: La Barrica, La Nave, Megacentro, Guarapo Bar y más que ahora no recuerdo y verán el desfile de última moda ante sus ojos.

Pero eso no lo es todo. En ninguna otra zona del país se baila bachata, salsa, merengue o reguetón con tanto feeling. De verdad que para mí es algo así como un ritual, una ceremonia ver a las mujeres con esos movimientos tan cadenciosos y provocativos, acompañadas de sus compañeros con aquella descarga de testosterona, que es casi imposible mantenerse indiferentes.

No sé si pueda vivir en La Zona Oriental, porque viviría perdido (soy sumamente despistado) pero las noches, cuando las quiero con una descarga adicional de picardía, sensualidad y libre albedrío, en Aquel lado son mis favoritas. He dicho.