Hoy 
Ellos son la familia que elegimos. Y esa frase recuerdo que la escuché primero de boca de Yaqui Núñez del Risco, siendo yo a penas un mozalbete, mientras vía el programa Enhorabuena.
Ahora, en la plenitud de mi juventud y tocándole los talones a la adultez más madura, comprendo que ellos, los amigos, han sido una parte esencial en mi formación, en mi vida entera.
Mi familia es otra cosa. Por eso sólo me limitaré a resaltar aspectos agradables que me han dejado mis vivencias con esa larga lista de amigos que he ido cosechando a través de los años.
Ahora que muchos de ellos han cruzado el charco, sino en busca de mejores condiciones de vida, al menos detrás del aprendizaje que esta tierra no les permitió, siento que ni siquiera esas distancias han podido amainar el afecto y confianza que nos profesamos a cada momento. Y qué decir de los que todavía tengo conmigo aquí, que una llamada, un mail, un mini mensaje, qué sé yo, un detallito, los tengo siempre presentes. Los que me reclaman mi dejadez, pues sin razón se me pasan días, semanas y hasta meses que no les llamo, que no les doy calor, a esos, simplemente les pido disculpas, pero que sepan que son también importantes para mí.
Que nadie piense que es ésta una columna de despedida ¡Zafa! Es simplemente que me dio por rendir tributo a mis cómplices de siempre, a esos hermanos y hermanas que la vida me ha puesto delante y que yo he sabido elegir y ellos y ellas a mí.
