Noctambulario
Si visitas sin avisar, que no sea sábado de noche

<STRONG>Noctambulario<BR></STRONG>Si visitas sin avisar, que no sea sábado de noche

Es súper incómodo tener que decirle a ese amigo o a esa amiga: “qué lastima que no te puedo atender ahora, pero es que ahora voy “juyendo, rapidísimo”.

Esto sucede muchas veces, cuando alguien se ha “iluminado” y de repente llega a la cuenta de que tiene tiempo sin verte y quiere “darte una sorpresa” y va a visitarte a tu casa un sábado cualquiera, pero no a las 11 de la mañana, ni a las cinco de la tarde. No. Escogió las 8:30 de la noche, justo a la hora cuando te estás dando tu última revisión de “flú”, para salir a conquistar el mundo.

A muchos nos ha sucedido que por la magnitud de la visita, el aprecio que también le tenemos a esa persona, hacemos un ejercicio de sacrificio (bueno, martirio) y lo (a) recibimos con cortesía. Le invitamos a pasar, sentarse e, inclusive, para ya ganarnos el Oscar a la mejor actuación, le ofrecemos algún trago.

Si la persona en cuestión no ha aprendido a leer entre líneas, el trabajo se nos hará más difícil, porque los métodos de persuación y de insinuación de una salida urgente se nos pueden ir “a pique”.

Sin embargo, hay ocasiones en que la labor se nos hace menos traumática y nuestra “visita”, muy prudente entonces, alega que sólo pasó a saludarnos y que la próxima vez nos avisará con más tiempo. ¡Uff, qué alivio, pensé que nunca se iría!

Por eso es que es impresindible que tomemos en cuenta esta parte del protocolo social. Porque las noches de sábado son para vernos fuera, nunca dentro de casa, a menos que haya una catástrofe. He dicho.

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