El fín es que tengo que acostarme pasadas las 12 de la medianoche. Cuando no estoy bajando músia -tengo que decir que poseo la colección más variopinta y heterogénea que fiebrú alguno pueda tener.
Se imaginan que en un momento está sonando un tema de Joss Stone, Mika o The Beatles y de repente entre uno de Vickiana, Jackeline Estévez o El Jibarito de Lares.
Pero también muchas veces estoy escuchando a Pedro Guerra, Joaquín Sabina o Manolo Tena y de repente aparece Calle 13, Molotov, Los violadores del verso o El Cartel y en el mismo grupo -como dije la semana pasada- aparece Marcela Gándara, Jesús Adrián Romero o Egleyda Belliard. Bueno, pues en mi aparato sucede eso, porque muchas noches (y madrugadas) de mi vida son dedicadas a bajar esos temas (gracias Ares, eres mi mejor amigo, después de Google).
Mi otra pasión es la descarga de películas (ojo, no para piratear. Las veo y las guardo para mi uso personal y presumir ante mis amigos) y tanto bajo El orfanato como Solas o No se lo digas a nadie. Si me ven en la calle y notan en mí ojeras pronunciadas, no crean que todo es producto de bonches desenfrenados, que no sólo de calle y bebidas vive el hombre.
El chateo es otra cosa, porque mientras estoy buscando información para mi trabajo, mientras estoy en gmail puedo conversar con mis contactos directamente o entrar al hotmail a compartir con amigos que hace tiempo no veo. Noches interminables por la red, ¡qué suerte!