Nombramientos partidocráticos

Nombramientos partidocráticos

ANTONIO PEÑA MIRABAL
El presidente de la República, Dr. Leonel Fernández Reyna, ha sorprendido al país político con los nombramientos realizados en los últimos días en la administración pública. Muchos pensaron que los mismos tendrían como centro el Partido de la Liberación Dominicana, PLD, en vista del ambiente dejado por la contienda interna celebrada el pasado 6 de mayo de los corrientes.

 Al parecer el presidente Fernández está relegando para otro momento su intervención en la situación interna que afecta a la organización que preside, ya que en la actualidad una comisión designada por el Comité Político del PLD está contactando la dirigencia media peledeísta para la conformación de los equipos provinciales encargados de dirigir la campaña electoral que ya se aproxima.

Poner los ojos a lo externo del PLD y postergar la atención que su situación interna amerita, podría crear dificultades que incidan en los resultados del 16 de mayo venidero. En la medida que el PLD pueda enviar un mensaje de integración y unidad a la sociedad dominicana, su candidatura presidencial se fortalece, y en la medida que esto no ocurra, las especulaciones ocuparán las cabezas de quienes quieran enrostrar dificultades internas. Los nombramientos esperados por los peledeístas pudieron ser buenas armas para desarmar a los opositores, quienes todavía no reaccionan ante las sorpresas del presidente Fernández. La plataforma electoral que representa el PLD debe ser el principal activo de su candidato presidencial, fortalecerla es garantía de un buen desempeño en cada colegio electoral el próximo 16 de mayo.

Con los últimos nombramientos realizados, el presidente Fernández está sacrificando parte de su buena imagen pública de político diferente. Su reciente discurso sobre los efectos de la partidocracia en el ejercicio de la función pública, quedó deshecho frente a nombramientos con fines exclusivamente políticos. Se han nombrado personas en puestos inexistentes, creando dificultades a los actuales directores y/o jefes de las instituciones afectadas y se ha violentado la ley sobre austeridad en el gasto público, autoría del propio Poder Ejecutivo. Hay que tener cuidado con enviar mensajes contradictorios, ya que la población que hace opinión pública en el país los capta en el aire y el uso electoral que se le pueden dar tiende a beneficiar a los opositores políticos. Algunos de esos nombramientos resucitan cadáveres políticos y otros habilitan desechos que ya habían sido desahuciados por sus respectivos partidos, lo que compromete la forma de hacer política que hasta el presente momento el presidente Fernández tenía acostumbrado al país.

La partidocracia se ha servido en grande con estos nombramientos. No hay gobierno grande ni pequeño, el tamaño lo determina la satisfacción de los intereses del gobernante de turno. Esta parece ser la filosofía puesta en marcha, que menoscaba la meritocracia tan llevada y traída cuando conviene. Los esfuerzos que se realizan para dotar al país de una legislación de la función pública, son torpedeados con prácticas que fortalecen el quehacer partidocrático.

Tal como manifiestan el licenciado Ramón Ventura Camejo, secretario de Estado, director de la ONAP, y el Dr. Marcos Villamán, Secretario de Estado, director ejecutivo del CONARE, en un documento entregado con motivo del seminario realizado el pasado 16 de mayo de los corrientes, titulado: «Hacia una nueva función pública», lo siguiente: «Servidores públicos en condiciones de administrar servicios públicos con eficiencia es lo que necesita el país y la ciudadanía, una ley coherente, incluyente, justa, racional y respetada por todos, es la garantía de lo anterior». Cuando se observan nombramientos que persiguen fines meramente políticos, se deja atrás la eficiencia, y el anhelo de algún día poseer como país una ley que garantice «el inicio de un modelo de gestión de recursos humanos en el sector público basado en el mérito, la estabilidad y el progreso», como afirman los funcionarios antes indicados, se convierte en una quimera. Los nombramientos partidocráticos debilitan los esfuerzos que se realizan por una función pública basada en principios, méritos y políticas progresistas. En teoría anhelamos un país y en la práctica construimos otro. Cuando pongamos por encima de nuestros intereses particulares los de la nación, tendremos la patria que todos anunciamos cuando nos corresponde estar en la oposición política.

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