Desde 1965 se ha estado solicitando, dentro y fuera del Ayuntamiento del Distrito Nacional, que las importantes avenidas y transitadas calles de Santo Domingo sean reservadas para designarlas solo con nombres de dominicanos meritorios. Las peticiones no han sido atendidas.
El primero en hacer tal propuesta fue Rodolfo Coiscou Weber, regidor, el 11 de marzo de ese año. Los señores Julio D. Postigo y Earl R. Threan, presidente y secretario, respectivamente, del Club Rotario de Santo Domingo, fueron más lejos: sugirieron que se sustituyeran los nombres de extranjeros, que ya llevaban muchas vías. Estos se dirigieron al cabildo en comunicación del 29 de marzo de ese año.
Después de ellos, decenas de criollos han publicado artículos y ofrecido declaraciones proponiendo esa idea.
Postigo y Threan consideraban que las denominaciones existentes iban “en detrimento de tantos varones insignes de nuestro país”.
“En ese grupo de dominicanos ilustres, que desde sus tumbas gloriosas claman por una rectificación histórica figuran: José Núñez de Cáceres, Antonio Duvergé, José Joaquín Puello, Gaspar Polanco, José A. Salcedo, Ulises Francisco Espaillat, José María Cabral, Francisco Gregorio Billini y otros”, agregaron.
Aunque la sala capitular ponderó y discutió el asunto, no estimó oportuno, entonces, “acoger la sugestión propuesta”, según se consignó en el acta de la sesión ordinaria celebrada el 22 de abril de 1965.
Pero otras autoridades tomaron en cuenta a los personajes históricos propuestos pues, aunque no se cambiaron los nombres de los foráneos mencionados por los remitentes, a los nativos se les asignaron posteriormente otras vías.
Los ejecutivos del Club Rotario argumentaron no negar “la deuda de gratitud que los pueblos de América deben a José Joaquín Silva de Xavier (Tiradentes), George Washington, Abraham Lincoln, John F. Kennedy, etc., grandes demócratas que contribuyeron a dar sentido real a la palabra libertad unos, y otros a propiciar una mayor comprensión y mutuo entendimiento entre nuestros pueblos”.
Pero, apuntaba, “los ilustres patriotas nuestros lucharon y murieron por este suelo, que es de ellos”.
Significaban que “por lo tanto, nos toca a nosotros, a nuestra generación, darles la recompensa que la gratitud nacional debe a esos hombres desinteresados que se sacrificaron por hacer de este pedazo de tierra una patria que figurara con dignidad en el concierto de las naciones libres del mundo”.
Destacaban que los nombres “que hoy ostentan muchas de nuestras más bellas avenidas pueden prestigiar otras calles de menos importancia y no por eso estos hombres reverenciados en nuestro continente, tendrán más bajo sitial en el corazón dominicano que guarda para ellos el mayor aprecio y distinción”.
Entonces presidia el Ayuntamiento Manuel Horacio Castillo, y Luis A. Brouwer era vicepresidente. Otros regidores eran Rafael Leonardo Solano, Gloria Kunhardt Núñez, Ángel Bienvenido Chevalier, Rodolfo Coiscou Weber, José A. Martínez Bonilla, Rafael A. Barrera Grullón, Alberto García Godoy, Virgilio Romero, Julio César Cruz Martínez, Frank Perdomo Vidal, Luis Paradas Sánchez, Francisco Matos Ortiz, Robinson Cruz López, Alfredo M. Dalmau, Hugh Brache. Alberto Narciso Hernández Díaz era secretario y Tancredo A. Aybar Castellanos, síndico.
Otra resolución
El regidor Rodolfo Coiscou Weber había sugerido al organismo que emitiera una resolución para que a las nuevas avenidas en construcción “se les den nombres única y exclusivamente de dominicanos ilustres que hayan traspasado el umbral de la morada de la muerte, ingresando en el reino de la gloria”.
“Solamente se podrá hacer una excepción –si es aprobada- en caso de reciprocidad y bajo una estricta igualdad de categoría”, agregó entre otros aspectos.
La misiva pasó al consultor jurídico del ADN “para su estudio y opinión”. Esta correspondencia fue leída en la sesión ordinaria del 11 de marzo de 1965. El consultor jurídico, Mario R. Bergés Chupani, estaba presente al igual que José Granados Grullón, Manuel S. Gautier, José Benedicto Almonte, Vinicio Gómez Patiño, Isidoro Bazil Lorenzo y Pedro Nadal, funcionarios de la institución.
Las calles. Las designaciones de las principales avenidas de Santo Domingo con nombres extranjeros se intensificaron durante la tiranía de Trujillo.
En esa época se designaron vías a George Washington, Tiradentes, Cordell Hull (luego Abraham Lincoln), Presidente Ríos (tramo de la Leopoldo Navarro), Presidente Somoza (Fray Cipriano de Utrera), Ciudad de Miami (Dr. Tejada Florentino), Cardenal Spellman, John Foster Dulles (Pedro Livio Cedeño). Aunque no fue en reconocimiento a colaboración con el sátrapa, la avenida Abraham Lincoln también se designó en el trujillato con el nombre de Fabré Geffrard. Casi todas fueron sustituidas después del ajusticiamiento.
La práctica de recordar y distinguir extranjeros bautizando con sus nombres grandes avenidas continuó en gobiernos posteriores. La John F. Kennedy fue propuesta en 1963 e inaugurada en 1964; la Ciudad de Sarasota en agosto de 1963; la Winston Churchill durante el gobierno balaguerista de los 12 años.
El reconocido historiador Hugo Tolentino se preguntó por qué tanta admiración y tanto agradecimiento hacia Churchill asignándole una de las más amplias y hermosas avenidas de Santo Domingo cuando este “no tuvo un solo gesto con el país, una sola intervención en su vida en la que se refiriera a la República Dominicana. ¿Por qué ponerle Winston Churchil, que es la contradicción de lo que ha sido un pueblo como el nuestro, sometido al colonialismo y al neocolonialismo?”. Winston Churchill, agregó el ex rector de la UASD, “estuvo completamente alejado de los intereses de los dominicanos, yo no sé si conocía a la República Dominicana” (Hoy, 2 de julio de 2006).
Balaguer asistió a la ceremonia de inauguración de esta avenida el 12 de mayo de 1968.
El también historiador y ex presidente de la Academia Dominicana de la Historia, Bernardo Vega, cuestionó la designación de la avenida John F. Kennedy después que investigó en archivos oficiales de Washington negociaciones y actitudes del gobernante perjudiciales al pueblo dominicano.
“Lo que pasa es que su asesinato, combinado con la aureola que rodeó su gobierno, su esposa muy bella, él a veces rodeado de intelectuales, que era un gobierno de excelentes relaciones públicas y su famoso discurso de toma de posesión, fueron cosas extraordinarias. Imagino que hay muchas calles en el mundo con el nombre de Kennedy, precisamente por eso” (Hoy, 25 de junio de 2006). La avenida se inauguró el 23 de marzo de 1964.